†10† Nostalgia y quilates

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Sandy

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Sandy

Si hay una cosa que me temía al salir del hospital era esto.

Danny y yo acabamos de llegar a casa después de una larga y reconfortante caminata. Usamos la llave que tenemos escondida en la entrada de la casa, ya que se nos olvidó por completo que no traíamos llaves.

Para nadie es un secreto que mi visita al hospital fue algo repentino. Quiero decir, nadie podría haber previsto lo que pasaría, y a donde me llevaría eso.

Quisiera poder decir que el escenario frente a mí no me duele, que no me causa nostalgia.

Quisiera poder decir que son solo cosas que pasan.

Pero mentiría. Y sería una gran, gran mentira.

Globos, peluches, flores, cartas, dibujos, cajas decoradas, y muchas cosas más, puestas en los muebles de la sala. Desde los sofás y sillones hasta las mesas.

Algunos globos ya están sin aire y solo cuelgan de la caja o el peluche al que los ataron; las cajas tienen algo de polvo visible; los ramos de flores están marchitos y algunos de los dibujos están el piso.

Miro a mí hermano buscando alguna explicación, el escenario lo dice todo pero necesito que él lo diga. Él es todo lo que tengo por ahora.

—Eh... Yo... —titubea al hablar.

Veo su cara confundida y casi puedo ver cómo las neuronas de su cerebro hacen la sinapsis para poder crear un pensamiento coherente.

—Tus amigos y compañeros de instituto te dejaron varios regalos y detalles. —habla por fin.

Doy varios pasos por el recibidor y luego a la sala, pasando mi mirada en todos y cada uno de los detalles.

Nada me preparó para este momento.

En el que encontraría cosas de las que me hubiese percatado estando consiente, pero fue todo lo contrario. Estos regalos significan mi ataque de nervios, mi ansiedad, mi visita al hospital y mi repentino estado de coma. Donde no era consciente de nada y solo escuchaba voces y tenía sueños raros.

Esto significa una buena parte de mi vida, la cual no pude vivir.

Dicen por ahí que debemos vivir la vida, no solamente estar vivos.

Mi hermano, quien aparentemente fue a la cocina a prepararse algo de comer, vuelve a la sala con un sándwich en mano y la boca llena.

—Anímate...—empieza a decir después de tragar, yo vuelvo mi vista a el para prestarle atención—, tienes mucha gente que se preocupan y que están pendientes de ti.

Tiene razón, estos regalos pueden venir de un persona diferente cada una. Y eso tengo que agradecerlo.

Estamos en un mundo podrido, donde nadie quiere ver feliz a nadie y solo se preocupan por criticar y hacer menos a los demás. Sin detenerse a pensar en las posibles consecuencias que puedan conllevar o en las batallas internas que pueden estar librando otras personas.

En sus garras ⛓️❤️ [En Curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora