Blair es una cantante con el corazón roto y su compañero de piso está dispuesto a repararlo.
♪♪♪
Blair Allen es sinónimo de mala suerte. No pega ni una bien en la vida, en especial en el amor.
Blake Wealler vive siguiendo las normas y es un fiel cr...
N/A: Las oraciones en cursiva y dentro de comillas (" ") están dichas en otro idioma. Aclaro para que no se confundan.
Si el vídeo no se reproduce, pueden buscar Stupid Cupid de Connie Francis en YouTube. Ahora sí, disfruten del capítulo. ❤️
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Me voy a morir.
—Blair, no te vas a morir —me asegura Blake.
Volteo a verle.
—¿Y tú eres psíquico o qué?
Pone un dedo bajo mi nariz.
—Estás respirando, señal de que no morirás.
—Vaya, pues que literal. —Me cruzo de brazos, observando a mi alrededor.
Llegamos hace una hora para la audición. Por fortuna, son el primer piso y no tengo que usar el elevador. Punto para mí.
Blake ha tratado de calmarme, aunque sus actos son en vano porque nada puede calmar mis nervios. Estoy por cumplir mi mayor sueño en la vida y tengo que esforzarme para no echarlo a perder. Tampoco quiero vomitarles encima, sería vergonzoso.
—Me duele el estómago —me quejo, poniendo una mano sobre este.
—Eso te pasa por olvidar desayunar.
—No olvidé desayunar —rebato—. Apenas concilié el sueño por los nervios de venir, desperté tarde y solo pude comer medio bagel con crema de maní.
Ni siquiera pude arreglarme bien, aunque tampoco es como que haga maravillas con el maquillaje.
Al menos logré cubrir las ojeras con corrector, de lo contrario luciera igual a un mapache hambriento.
Frunce el ceño al escucharme.
—Esa basura no es un desayuno saludable. Ni siquiera sé si cuenta como desayuno.
Bufo, molesta.
—Olvídalo.
¿Tendré hambre o serán los nervios?
—Disculpen, con permiso. Oh, lindo bolso.
Giro la cabeza a mi izquierda, en dirección al pasillo en donde una chica de cabello castaño y mechas rubias se mueve entre las personas que aguardamos nuestro turno hasta llegar a nosotros. Toma asiento frente a Blake y a mí, soltando un largo suspiro, a la vez que rueda sus ojos de un azul muy claro.
—Cuántas personas, ¿no creen? —pregunta.
Blake y yo nos volteamos a ver.
—¿Dónde están mis modales? —se regaña a sí misma. Se inclina, extendiéndome una mano—. Me llamo Natalia Olivera, un placer conocerte.
Observo su mano antes de saludar.
—Blair Allen.
A pesar de mi tono desconfiado, la chica me sonríe y luego saluda a Blake.
