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L A  •  C A R T A  •  D E  •  R E M U S

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L A • C A R T A • D E • R E M U S


Aprovechando el único momento del día que tenía libre (y con libre se refería a "un momento sin tener a James respirándole en la nuca"), Annabelle terminó la carta que respondía a la que Theo le había mandado días antes. Normalmente no tardaba tanto con sus respuestas, pero la muchacha aún mantenía en secreto su relación con el joven Slytherin y la lechuza del muchacho no era tan sutil como ella hubiera esperado. Ann era consciente de que, si su mejor amigo descubriera a Vissile -la lechuza de la familia Fawley-, descubriría que algo estaba sucediendo.

Selló la carta y la ató a la majestuosa lechuza que pertenecía a la familia Fawley, para después acariciarle la cabeza. Vissile la observó fijamente por unos segundos justo antes de emitir un chillido suave y despegar sus alas para desaparecer entre la niebla que la madrugada le brindaba. La castaña no pudo evitar recordar las veces que esa lechuza había entregado sus sentimientos expresados en cartas (la primera vez que intentó tener una relación con Theodore). Sonrió casi por inercia y cerró la ventana para evitar que entre el frío ya que, después de todo, era la víspera de Navidad.

Faltaba un día para el cumpleaños de su novio y la castaña realmente esperaba que la lechuza llegará a tiempo para que su regalo fuese el primero que Theodore abriera apenas el reloj marcara las doce. Una vez que tuvo todo organizado, decidió bajar a la cocina para poder desayunar.

La madre de James, Euphemia, la vio apenas entró por el umbral de la puerta y le ofreció una de esas sonrisas que parecía guardar solo para ella, James y Sirius. Ese tipo de sonrisas que la hacían sentirse parte de la familia. Algo se removió en su pecho al sentirse tan querida por la madre de su mejor amigo y le devolvió la sonrisa. Se acercó a ella y le obsequió un abrazo fuerte para luego añadir:

- Buenos días. -saludo la joven, tomando la taza de chocolate caliente que le ofreció la matriarca de los Potter.

- Espero que hayas podido descansar. -comentó Fleamont con una ceja alzada, apareciendo detrás de una encimera.

Annabelle lo observó y asintió riendo, asumiendo que el comentario era porque ella y James se habían quedado hasta tarde en el jardín mirando las estrellas y riendo de las anécdotas que tenían de cuando eran pequeños.

- Dichosos son los ojos que lo ven, Fleamont. -comentó la muchacha, arrancando una carcajada del mayor. Annabelle nunca se había dado cuenta que James tenía la misma risa que su padre.

- ¿Me estás tratando de "usted"? -preguntó, fingiendo estar ofendido. - Ya no los voy a cubrir cuando quieran escapar.

Ann no pudo evitar reír. - Perdón, papá Fleamont. -el padre de su mejor amigo frunció el ceño algo extrañado. Normalmente la muchacha le decía "suegro" mientras que su esposa era quien recibía el apodo de "mamá", pero decidió no decir nada.

AMORTENTIA ⋆ james potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora