AMORTENTIA ⋆ james potter.

12.

F A W L E Y ' S  •  M A N O R

La primera reacción de Theodore fue correr a su encuentro y estrecharla entre sus brazos, haciendo que apoye su cabeza en el hombro de él. Fue capaz de percibir como temblaba bajo su abrazo, seguramente porque ella había caído a su fiesta de cumpleaños de sorpresa y que casi todas las personas presentes tendrían algo que comentar de su estatus de sangre si se enteraran, pero a ella no le importo mucho y respondió su gesto con un apretón más fuerte.

Del otro lado de la moneda, él no podía más de la felicidad de verla allí.

Había estado la primera parte de la velada con sus amigos del castillo pero, incluso con sus típicas conversaciones y chismes (los cuales normalmente lograban entretenerlo), nunca se había sentido tan aburrido. Hubiera huido de la escena si no fuera que la celebración se estaba dando en su casa, y si no hubiera sido su cumpleaños.

La presencia de Annabelle fue como un rayo de luz que Merlin le dió a mitades del ataque de ansiedad que les estaba dando. Una bocanada de aire fresco después de estar hundido en un océano de cumplidos vacíos y chismes de la alta sociedad por varias horas.

Tardó un poco en darse cuenta de que era ella, ya que parecía otra de las personas de "importancia" en el mundo mágico (como el resto de sus invitados) con el vestido color bigaro que él mismo le había regalado durante uno de sus últimas semanas juntos pocos meses antes de su ruptura hace varios años atrás. Pero cuando su hermosa apariencia terminó de materializarse en la mansión Fawley, él fue el primero en acercarse.

Escuchó como su madre soltó un jadeo de sorpresa a medida que se deshacía del agarre de su novia y giró automáticamente para encontrarse con las caras serias de sus progenitores.

— Madre. —advirtió Theodore, pues era ella quién podía armar una escena.

— Dorothea. —dijo al mismo tiempo y de la misma forma su esposo, quien con solo una mirada le dejó en claro que no quería ningún problema en frente de todos sus invitados.

Su padre era un hombre serio y realmente apegado a las creencias de la pureza de sangre, pero su reputación era aún más importante para él, por lo que jamás se vería incluido en una situación que pudiera desatar chismes o rumores que pudieran desprestigiar su imagen.

Annabelle observó como todos los invitados estaban vestidos con sus ropas elegantes y más costosas que la mitad del armario que tenía en el castillo, y la muchacha no pudo evitar sentirse orgullosa de haber optado por arreglarse un poco antes de saltar impulsivamente.

O sea, sí que había actuado de forma impulsiva (eso estaba más que claro), pero ocupó uno de esos cinco segundos en los que "ideó su plan" para arreglarse como era debido.

Aprovecho para mirar a su "suegra" (quien seguramente fallecería de horror si alguna vez la oyera llamarla de esa forma) y sus nervios, los cuales habían disminuido con el abrazo de Theodore, se intensificaron.