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B R E A K T H R O U G H

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B R E A K T H R O U G H

—Annabelle.

La castaña levantó la vista para encontrarse con la amarronada mirada del hombre lobo, su amigo había estado intentando llamar su atención por casi dos minutos.

La clase de pociones había dejado una marca bastante profunda en su mente, como si le hubieran abierto los ojos a la fuerza mientras ella lo único que intentaba era pegárselos con pegamento. Su mejor amiga le había repetido varias veces que su relación con el cabecilla de los merodeadores parecía más que una simple amistad, a lo que ella siempre respondía que era una "mejor amistad". Pero los aromas que había percibido del filtro de amor no mentían, ella había inhalado los olores de lo que más deseaba su corazón.

Aún no podía creer que su corazón deseaba a James -me robe un pino del bosque prohibido para dárselo a una chica- Potter.

— Annabelle. —la voz aterciopelada de Remus volvió a llamar su atención. Se había vuelto a perder en ese laberinto interminable que era su cabeza.

— Dime. —contestó la joven, apartando la mirada de la del chico.

— Hace diez minutos que todos se fueron y te has quedado quieta en tu asiento.

La muchacha recorrió el lugar con los ojos para confirmar lo que el castaño acababa de decirle. En la puerta del aula, los restantes merodeadores la observaban con intriga. "No se enteran de nada, están más perdidos que sordo en tiroteo" pensó la joven, con cierto deje de burla.

— Si, perdona. —le contestó, dándose cuenta que su amigo aún esperaba una respuesta. — Estoy algo ida, necesito dormir mis ocho horas seguidas sin que alguno de ustedes me llame por medio de Lily para ayudarlos con la ropa de navidad. —y es que la castaña siempre había deseado ser diseñadora de moda, por lo que sus amigos habían tomado eso como ventaja y le habían pedido que les hiciera las túnicas para la fiesta de navidad que se celebraría en menos de un mes.

Remus hizo un gesto de asentimiento, como si fingiera que le creía y le hizo unas señas a sus amigos. — Ann me acompañara hasta la lechuceria, vayan a la sala común.

Sirius entrecerró los ojos. — Pero te íbamos a acompañar nosotros.

— Que quiere ir con la dama, déjalo. — James hizo un gesto con los hombros. — Vamos a la sala común, Canuto. —le dijo, guiñando un ojo.

La castaña observó la escena confundida pero no dijo nada.

Sirius pareció entender la indirecta porque los observó y asintió en dirección a Lupin. — Es cierto, estoy muy cansado. —fingió un bostezo. Un minuto después, los dos salieron del lugar con Peter detrás de ellos.

Los únicos que quedaban eran ellos dos.

Annabelle volvió a tomar la palabra mientras guardaba sus cosas de pociones en el bolso. —¿Qué se traen esos tres tontos?

AMORTENTIA ⋆ james potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora