Parte 6

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– Así que solo tiene uno...

Decidida salió de ese lugar con un nuevo objetivo. Dadas las horas nadie podría impedirle nada.

Sacando su móvil del bolsillo hackeó el sistema de Tony eliminando las cámaras y reproduciendo una imagen que anteriormente había editado ella, donde no se mostraba a nadie por los pasillos en los que ella estaba.

De esa noche no pasaría.

Hallaría la habitación secreta sí o sí.

Con el móvil en la mano se situó en el pasillo que daba paso al despacho de Nick Fury. Con un par de teclas consiguió congelar la imagen de las cámaras de seguridad para que nadie pudiera verla.

Tras revisar que el lugar estuviera desierto decidida caminó hacia aquella gran puerta doble de roble.

Con unas ganzúas y menos de diez segundos se escuchó el clic que le dio paso al despacho. Se adentró tras volver a comprobar que el lugar estuviera despejado de mirones.

Entró en sigilo y por suerte tenía lo que necesitaba en su pantalón.

Una pequeña canica.

Sabiendo por la conversación de aquel mismo día con Tony, se había encargado de que esa desnivelación fuera muy pequeña, debía ir pared por pared buscando cuál de ellas tenía aquel desnivel. Para su desgracia le llevó más tiempo del esperado puesto que su móvil comenzó a vibrar en su pantalón. Con un ruedo de ojos tomó el dispositivo móvil para observar su pantalla.

Alguien había entrado en su habitación y estaba cotilleando todo, eso no la alarmaría normalmente ya que se trataba del gran Capitán América, pero en esta ocasión tenía cosas que ocultar.

Otra vibración procedente de su móvil la alarmó puesto que se abrió otra imagen donde alguien se adentraba en dirección al pasillo por el cual estaba ella.

Nick Fury.

Con algo de prisa y memorizando la pared que contenía la habitación secreta y su posición (puesto que el acceso no ocupaba toda la pared) salió de allí con algo de prisa. Se aseguró de cerrar la puerta mientras sacaba su móvil para volver a poner en funcionamiento las cámaras de ese pasillo justo cuando ella desaparecía por la esquina.

No había quedado rastro de que ella hubiera estado en ese pasillo segundos antes.

Dio un leve suspiro para dirigirse de nuevo a su habitación.

Aun tenía un tema que tratar.

Y cuando llegó a él se encontró a su pareja tumbado en la cama mientras veía la tele.

– Hola Buck.

– Preciosa, ¿dónde estabas? Tenía ganas de estar contigo.

– Perdona, unos asuntos me tenían ocupada. Pudiste llamarme y te hubiera informado.

– Quería darte una sorpresa. – Respondió él con una encantadora sonrisa.

Se acercó a la cama para sentarse en plan indio mientras él tenía la mirada centrada en la tele.

– Buck...

– ¿Si?

Estaba pensando en plantearle todo lo que le estaba pasando, pero rápidamente recordó el olor a cereza, más que nada porque era justo lo que estaba oliendo en ese instante.

Su ceño se frunció mientras se removía incómoda en su lugar.

– ¿Ocurre algo, preciosa?

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