Parte 24

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Tras salir de la guarida, por la entrada de la cascada, comenzaron a caminar por el bosque sin decir palabra alguna.

Habían pasado 5 minutos cuando Steve decidió romper aquel silencio.

– Siento haberte tenido encerrada en esa habitación, sé que no debe ser agradable.

– No tienes que disculparte Steve, sé que era el lugar más seguro y mi condición no era la mejor como para estar rodeada de enemigos.

– Creo que ya no te ven como a una enemiga, los vi muy cómodos con tu presencia en el comedor.

– Supongo que algo intervino que Rumlow estuviera a mi lado lanzándoles miradas amenazadoras. Es bastantes estricto, pero un buen hombre. – Respondió la joven con una tierna sonrisa que Steve pudo presenciar sin problemas.

– Lo es, tiempo me ha costado ver que él si que es leal por respeto.

______ se sorprendió por la contestación de Steve, él la había escuchado y había meditado sus palabras al explicarle que había una lealtad más fuerte que las demás y era la que se basaba en el respeto.

– Me alegra saber eso. Sé que él te cuidará y viceversa. Ya no necesitarás de mis habilidades especiales para recuperarte. – Comentó la joven con algo de gracia.

– En realidad siempre me vendrían bien tus habilidades, pero no me refiero a las que proceden de tu poder. El simple hecho de tu compañía es algo que me ayuda más que cualquier otra cosa.

– Me estás dando demasiados méritos Steve.

– Solo te doy los que te mereces. Aunque suene raro porque no hace ni dos semanas que nos conocemos, siento que contigo puedo ser yo mismo.

– Entiendo lo que dices, a mi me pasa exactamente lo mismo. – Conocer esa respuesta originó que el corazón de Steve comenzara a latir de una manera desbocada y una sonrisa en sus labios fue algo que nadie podría haber borrado. – Rumlow se dio cuenta de que algo te curó rápidamente Steve.

– Si, a mi también me lo ha comentado. Es observador, pero tranquila, no dirá nada, aunque tampoco le conté nada. – Steve pudo ver cómo ella volvía a tocar la pulsera en su muñeca de forma sutil mientras bajaba la cabeza para ocultar su rostro tras su cabello. – Sé que no es de mi incumbencia, pero... esa pulsera... siempre que hablas de tus habilidades curativas la tocas con sumo cuidado.

_______ levantó su vista para encontrarse con los ojos de Steve y luego observó la pulsera.

Detuvo su andar sin dejar de observar el objeto en su muñeca y al cabo de un par de pasos Steve también se detuvo. Se giró para ver como la chica todavía seguía con la muñeca a la altura de su pecho observando la pulsera y tocándola delicadamente con la otra mano.

Dejó que el silencio invadiera el lugar para darle tiempo de que ella tomara la fuerza suficiente para empezar a hablar, si es que quería contarle algo.

– No era mía. Fue un regalo. – Explicó la joven apartando la mirada del objeto para centrarla en los ojos azules que no se despegaban de ella. – No me acuerdo donde fue, ni que organización era la responsable en aquel momento, lo que si recuerdo son las celdas.

» Unas celdas frías, seguramente en la parte más honda de una gran cueva. Lo sé, porque pasé muchas noches apoyada en aquellas paredes de roca fría para poder dormir algo, si es que llegaba a dormir. Mi celda tenía dos de las paredes de barrotes, por eso solo tenía a mi lado a otra persona.

» Era una chica, poco mayor que yo, pero llevaba allí mucho más tiempo. Lo supe, porque cada vez que venían los agentes, ella sabía lo que querían. Ya fuera por lo que traían para llevarnos fuera de la celda y torturarnos o por quienes venían. Ya lo tenía todo completamente estudiado.

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