Parte 32 ⛔

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AVISO: contenido de capítulo +18.

Si sigues adelante es bajo tu propia responsabilidad.

Gracias.

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– Tengo miedo. – De nuevo aquellas dos palabras que le partían el alma a Steve, pero en esta ocasión, el tono de su voz había sido diferente, había sido... decidido.

Volteó parcialmente su cuerpo para observar a la joven con lágrimas recorriendo sus mejillas y con una mirada llena de vida, de esperanza, de amor y con solo esa mirada de nuevo el corazón de Steve volvía a latir de manera desenfrenada.

– Tengo miedo. – Volvió a repetir ella, pero esta vez siguió hablando. – Y no quiero que este miedo me detenga Steve, no en la única posibilidad que tengo de ser feliz. Porque la verdad... la verdad Steve, es que te amo.

Esos ojos azules como un cielo despejado en plena primavera, se abrieron desmesuradamente al escuchar aquella confesión. Su respiración se detuvo durante unos segundos en sus pulmones. Su cuerpo inmóvil sin querer moverse un centímetro, con miedo de que cualquier movimiento ocasionara que se despertara de aquel hermoso sueño. Sus ojos, aun centrados en la joven que lo observaba esperando algún movimiento por parte de él, fue lo que le hizo reaccionar.

En dos grandes zancadas acortó la distancia entre ambos y sin dejar pasar un segundo más, tomó el rostro de la joven entre sus manos y unió sus labios en un apasionado beso que ambos habían añorado durante años.

Una de sus manos bajó hasta posicionarse en la parte baja de la espalda femenina mientras sentía cómo un brazo de ella lo rodeaba por el cuello y el otro descansaba en su pectoral izquierdo. La hizo dar un paso hacia atrás para apoyar sus cuerpos en la barandilla y dar rienda suelta al beso.

Sus labios, devorando con ansias los opuestos y a pesar de esas ansias, ambos lo disfrutaban como si no hubiera un mañana. Con cariño, con devoción, con amor siguieron fundidos en ese beso hasta separarse lentamente.

Sus frentes aun unidas al igual que sus cuerpos, mientras normalizaban sus respiraciones acariciando la nariz del otro.

– Repítelo. – Susurró él con los ojos cerrados, poniendo atención a cada sonido que ella generaba. Escuchó una débil risa para luego volver a escuchar esas dos palabras que le habían abierto un mundo lleno de color.

– Te amo, Steve.

El nombrado sonrió de oreja a oreja, mordió su labio inferior con esa misma sonrisa. Levantó su rostro para encontrarse con los ojos que tanto había anhelado.

– ¿Esto es alguna ilusión? ¿O realmente está pasando?

– ¿Por qué piensas que no es real? – Cuestionó ella con una gran sonrisa mientras le observaba.

– Porque no sabes cuantas veces he soñado, imaginado, fantaseado con este momento.

– Pues temo decirte que es muy real Steve, es lo más real que he vivido nunca y lo más cerca de ser feliz.

– ¿Eres feliz? – Ella asintió sin dejar de observarle. – ¿Aquí? ¿Conmigo? ¿Con un pobre desgraciado que no se merece tanta felicidad?

– Soy feliz contigo Steve y si nosotros decidimos el momento también podemos decidir ser egoístas y decidir que somos suficientes el uno para el otro. – Ahora, los ojos azules la miraban con una devoción infinita.

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