Parte 27

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Abrió la puerta sin tan siquiera llamar o esperar una invitación y lo hizo con tanto ímpetu, que del ruido ocasionado al abrir la puerta de manera tan enérgica, Steve pegó un pequeño salto en el sofá.

– Capitán. – Llamó Rumlow acercándose al sofá donde Steve permanecía ahora sentado. – Tengo algo importante que decirle.

– ¿Y no podía esperar hasta dentro de unas horas? – Preguntó pellizcando el puente de su nariz.

– Dentro de unas horas sería demasiado tarde. – Ante ese comentario, Steve levantó su rostro para observar lo nervioso que Rumlow se encontraba. Y eso, comenzaba a preocuparle.

– ¿Qué ocurre?

– Es sobre _____.

Nada más escuchar ese nombre, Steve actuó como un muelle y se puso en cuestión de segundos a dos centímetros de Rumlow.

– ¿Se encuentra bien?

– Si, o no... no sabría que decirle.

– Sé claro Rumlow, estás agotando mi paciencia.

– Ella... hace unas horas, antes de venir a hablar contigo estuve con ella y me dijo... – Rumlow se mordió el labio inferior dudando esta vez si contar lo que él sabía, dudándolo porque estaba viendo como las facciones de Steve se endurecían.

Puede que después de todo no fuera buena idea decirle esto, pero ahora ya había empezado.

– Rumlow... – Llamó Steve intentando contener todos los nervios que afloraban en su interior.

– Se marcha en un par de horas.

Los ojos del Capitán se abrieron de par en par ante tal descubrimiento. Su labio inferior empezó a temblar y para evitar ese temblor apretó la mandíbula, acompañado de sus puños para controlar todas las emociones que ahí se juntaban.

– ¿Cuándo te dijo que se iría?

Esa fue la pregunta que salió de sus labios, descolocando un poco a Rumlow puesto que no se la esperaba.

– Me dijo que se iría al alba.

Steve miró el reloj en su muñeca y asintió lentamente para luego encaminarse a la salida.

Sin decir nada, Rumlow lo siguió teniendo que correr para alcanzarlo ya que el paso de Steve estaba siendo apresurado. Supo a donde se dirigía el Capitán al reconocer el pasillo que llevaba a su habitación. Vio como abriría la puerta sin tan siquiera llamar e intentó detenerlo, pero ya era tarde.

Steve había dado un par de pasos para adentrarse en la habitación y se había quedado quieto.

Rumlow desde afuera no entendía la reacción de Steve así que poco a poco fue adentrándose en el cuarto observando todo impoluto, como si... como si nadie hubiera estado allí. Observó a su Capitán, quién mantenía su mirada baja seguramente perdido en sus pensamientos, así que le habló.

– Debería estar aquí.

Al escuchar la voz del moreno, Steve pareció salir de su ensimismamiento.

– No.

– Me dijo que se iría al alba.

– Y supo entonces que habría una posibilidad de que me avisaras, de que yo vendría y se lo impediría.

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