Bajo mi piel. Sandra Sánchez. Capítulo 23.

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  • Dedicado a Nuri Ferrer Martinez
                                    

CAPÍTULO 23.



El día se me hizo larguísimo. Cuanto antes le diese ese frasco al repartidor, antes podría Will sacarme de allí. Me sudaban considerablemente las palmas de las manos. Tenía incluso el cuero cabelludo irritado de tanto rascarme la cabeza por los nervios. Pero a pesar de todo, Matthew no puso ningún impedimento en lo de pedir pizza a domicilio y ahora el timbre de la casa estaba sonando avisando de la presencia del repartidor al que le tenía que entregar lo más importante para salir de allí.

-          Voy. – Gritó Matthew.

Salí al recibidor de la casa y vi como mi supuesto prometido le pagaba al muchacho por la entrega. Apenas tendría diecisiete o dieciocho años. El joven miraba ansiosamente hacia dentro, seguramente buscándome con la mirada advertido por Will. Le sonreí tristemente y de pronto me sorprendió con su desparpajo y su alegría.

-          ¡Hola! –dijo refiriéndose a mí.

Matthew giró su cuerpo y me vio detrás de él.

-          Hola, ¿Qué tal? – Le  pregunté al chaval.

-          Bien, muy bien. Señora… Señor. Me llamo Oliver. Esto… Me da mucha vergüenza pedir esto, pero llevo trabajando cuatro horas y no he tenido ni un momento para ir al baño… ¿Puedo pasar al suyo?

Sonreí. Así que esa era la manera que tenía Will de hacer que pudiese entregarle eso al repartidor. Pensaba en todo. Antes de que Matthew se negase a dejarlo entrar basándome en su frente arrugada, Le agarré del brazo y le insté a seguirme.

-          Pues claro que puedes. Ven, te acompaño, esta casa es muy grande.

-          Princesita… - Regañó Matthew.

Le sonreí y me encogí de hombros inocentemente sin dejar de andar con Oliver. Cuando nos adentramos en el pasillo, miré atrás y no vi a Matthew. Rápidamente metí la mano dentro de mi sujetador y el pobre Oliver casi se cae redondo al suelo.

-          Tranquilo. – Le dije riendo mientras le tendía el pequeño frasco. – Estoy segura de que Will te ha pedido que le lleves esto, ¿no es así?

-          Sí. Por Dios señora, creía que me iba a enseñar una teta o algo. – Explicó guardándoselo en un bolsillo suspirando de alivio.

El pequeño picarón hizo que soltase una carcajada como ninguna. Su expresión al verme había sido un poema y cuando le saqué el frasco se relajó casi inmediatamente, por eso me hizo tanta gracia verlo. Le acompañé al baño para disimular y esperé a que terminase para acompañarlo de vuelta a la salida. Matthew vino a nuestro encuentro y con una sonrisa forzada preguntó si todo estaba bien.

-          Sí señor. Ha sido muy amable al permitirme entrar en su gran casa. Es usted muy afortunado si tiene una mujer tan agradable y una mansión como esta. – Dijo Oliver haciéndole la pelota a Matthew.

-          No hay de que chaval. Muchas gracias a ti por traer estas deliciosas pizzas, ahora si nos disculpas, no queremos que se nos enfríe la comida.

-          Un placer señora – dijo tendiéndome la mano.

-          Igualmente Oliver. Llámame Mia. Cuando quieras puedes volver de visita.

-          Quizás le tome la palabra. – Respondió feliz estrechando su pequeña mano con la de Matthew.

Nos despedimos del jovencito y entramos al salón para ver una película mientras cenábamos. Matthew trajo dos vasos de agua gigantes y servilletas y yo cogí los platos. No eran necesarios, pero quería vigilar si echaba algo a mi bebida. Me senté frente a él con las piernas cruzadas y él hizo lo mismo.  

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