Bajo mi piel. Sandra Sánchez. CAPÍTULO 18.

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  • Dedicado a Karla Nieto
                                    

CAPÍTULO 18

Mis tripas rugieron con hambre y busqué con la mirada mi ropa para vestirme. Estaba a medio metro de distancia del sofá, ésta vez mi hombre se había controlado en eso de lanzar mi ropa por la habitación, aunque mi blusa había quedado inservible. Matthew estaba apaciblemente dormido rodeándome con un brazo. Era tan bello que dolía mirarlo. Mi estómago volvió a tronar y decidí levantarme para comer algo antes de que el ruido lo despertase. Trabajaba siempre hasta demasiado tarde, y en el caso de pasar el día junto a mí, sabía que por la noche no pegaba ojo con tal de tenerlo todo supervisado, así que dejé que durmiese procurando no moverme excesivamente rápido. Cuando pude zafarme de él, cogí su jersey del suelo y lo pasé por mi cabeza. No sé cómo me había podido pasar inadvertido su olor cuando su guardaespaldas y él intercambiaron posiciones. O incluso cuando me recogió al tropezar para que no cayese al suelo. De cualquier modo, ahora estaba aquí y si algo había grabado a fuego durante estos últimos años era que tenía que intentar vivir el momento sin pensar demasiado en el ayer.

Fui hasta la cocina y me puse a rebuscar como una loca por todos los armarios para encontrar algo decente de desayunar. Al final di con un cartón de leche y con unos cereales integrales, así que cogí un bowl y me serví el desayuno. Desde la isla de la cocina podía seguir observando a Matthew dormir. Era una muy buena manera de desayunar en solitario, admirando al hombre perfecto.

Estaba en mi propio mundo pensando en nuestra relación, cuando los nervios se me empezaron a crispar con todas las cosas que se me venían de repente  a la cabeza y entonces, ocurrió.

Recordé como le dije a Matthew que después de que volviese de su viaje le iba a confesar todo lo que me había ocurrido, porqué reaccionó Luca de esa manera en la fiesta cuando no nos encontró  y por ende, porqué teníamos esa relación de amistad que casi nadie entendía. Por un lado deseaba que Matthew supiera toda la verdad, pero por otro, me asustaba más que a Luca la idea de comprometerse y tener una familia con alguien, pero sabía perfectamente que tarde o temprano este momento iba a llegar porque Matt no era una de esas personas que olvidan fácilmente.

Pensé y pensé la manera de decírselo, de suavizar las cosas, pero no se me ocurría nada que pudiera evitar que Matt pusiera una cara de horror y que finalmente, yo me sintiera culpable por ello. Así que tomé una decisión. Se lo contaría todo de la manera en la que sucedió y luego Dios diría.

-          Cualquiera diría que los cereales tienen la solución al problema que te ronda por la cabeza. – Dijo Matt detrás de mí.

Di un bote en mi propio asiento del susto que me acababa de dar. Estaba tan concentrada mirando las pequeñas bolitas flotando por el tazón que no me di cuenta de que Matt se había despertado y había entrado en la cocina.

-          Hola, no te he notado al entrar.

-          Apuesto por ello – respondió sentándose junto a mí.

-          Estaba distraída, lo siento.

-          ¿Vamos a hablar sobre lo de anoche?

 

Oh oh…ahí venía el huracán Conner y mi querido amigo “ceño fruncido”.

 

-          ¿Por qué debería? Ya está todo aclarado. – Dije inocentemente.

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