Bajo mi piel. Sandra Sánchez. CAPÍTULO 8

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CAPÍTULO 8

Después de que Matt se hubiera ido tomé una ducha rápida y me vestí de manera informal con un vestido largo hasta los tobillos estampado que se ceñía a mis caderas, unas botas de tacón y una cazadora de cuero. Decidí aplicarme tan sólo un poco de rímel y brillo de labios.  Como tenía el pelo hecho un desastre y no me daba tiempo a secarlo, me lo recogí en lo alto de la cabeza en un moño desordenado con algunos mechones sueltos, me puse unas gotas de perfume y colgándome el bolso salí a encontrarme con Luca.

Lo encontré en la entrada resoplando y mirando el reloj de su muñeca mientras daba golpecitos impacientes con el pie en el asfalto. Levantó la mirada y me vio yendo hacia él.

-          Dios preciosa, pensaba que te habías colado por el desagüe de la ducha.

-          Lo siento, no sabía qué ponerme- mentí a falta de una excusa mejor para no decirle que Matt me había entretenido después de que él se fuese.

-          Moriré sin entender a las mujeres- dijo él teatralmente.

-          Mentiroso, las entiendes demasiado bien- dije riendo

-          Tienes razón bebé- respondió Luca también riendo- Vamos, tengo mesa reservada para cenar. Quiero decirte algo importante.

Uno de los aparcacoches trajo el Porche de Luca y partimos rumbo al restaurante. Al llegar vi que era de comida italiana, el interior era muy cálido. Daba la sensación de estar en el comedor de una antigua villa italiana. Las paredes eran de ladrillo visto. Las columnas estaban cubiertas por enredaderas y las mesas tenían manteles de cuadros que combinaban con la tapicería de las sillas. A lo largo de las paredes había antiguas cacerolas y sartenes colgadas y en otra de las paredes había miles de vinos en lo que parecía una construcción en forma de colmena.

Luca habló unos segundos con el maître y éste nos indicó que lo acompañásemos hacia nuestra mesa. Cuando fuimos ubicados, Luca retiró mi silla para que me sentase y puso la servilleta en mi regazo como un auténtico caballero antes de proceder a tomar asiento él. Luca se hizo cargo del vino junto al sommelier. Con ambas copas en nuestras manos, comencé a hablar ya que me moría de ganas por saber qué tenía que decir Luca.

-          Este restaurante es precioso Luca. Gracias por traerme.

-          Para ti siempre lo mejor preciosa- Dijo chocando su copa con la mía en un brindis.

-          Deduzco que estamos aquí por una ocasión especial ¿no es cierto?

-          Efectivamente bebé. Ni siquiera puedes esperar a que llegue la comida ¿no?

-          Ya sabes que soy muy impaciente. Venga, dime lo que tengas que decirme así dejaré de comerme viva por dentro- dije sonriéndole.

Nuestra charla se vio interrumpida momentáneamente por el camarero para tomar nuestra orden. Luca pidió una pizza especial de la casa y yo raviolis al pesto. Después de pedir Luca siguió donde lo había dejado.

-          Bueno, te he traído aquí por dos cosas. La primera es que quiero contarte por qué he estado tan ocupado últimamente. Sabes que no te he dicho nada antes porque no quería que te preocupases innecesariamente, pero creo que estás mucho mejor y más alegre que antes. Y la segunda es que tengo una propuesta para ti.

-          Ok, dime de qué se trata todo esto. Me estás poniendo nerviosa Luca.

-          Empezaré desde el principio. Dios preciosa, esto no es fácil.- dijo rascándose la nuca- Sabes que quise hacer la gran reforma para incluir más cosas en el resort y así no tener apenas competencia y que fuese el mejor resort de lujo de todo Canadá e incluso de parte de Estados Unidos. Bueno, la cosa es que tenía un administrador para los gastos de dicha reforma que bueno, digamos que inflaba algo las cosas para tener un extra a fin de mes. Aunque ya le pagaba lo suficientemente caro al cabrón- Luca inspiró y expiró para infundirse ánimo.

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