Bajo mi piel. Sandra Sánchez. CAPÍTULO 5

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CAPÍTULO 5.

La noche avanzó y yo no pude pegar ojo, analizaba una y otra vez la situación. He tenido a Luca, mi amigo más íntimo -y no sexualmente hablando- entre mis piernas, con mis pezones en su boca y sus dedos en lo más profundo de mi ser mientras acariciaba su longitud. Definitivamente algo andaba mal conmigo porque el hecho es que disfruté de todas y cada una sus caricias tanto como si hubiesen sido de un extraño.

Pronto el cielo dio paso a un nuevo día y Luca fiel a su palabra, vino a buscarme para desayunar, pero me di cuenta de que había algo extraño en él. No estaba del mismo humor que siempre y sus frases eran cortas y distantes. No sabía cómo pudo cambiar tanto. Se excusó dejándome sola en la terraza de la parte trasera de la cabaña cuando su teléfono sonó en el bolsillo. Cavilando acerca del porqué  ese cambio de actitud no pude dejar de intentar escuchar la conversación que estaba teniendo con el fin de saber si tenía o no que ver con su cambio.

-          Es que precisamente eres tú el que se debería encargar de eso, no yo- escuché cómo decía en tono de reproche.-Me da igual lo que hagas pero hay que solucionar el problema como sea y tiene que ser ya. No, no te molestes en llamarme de nuevo hasta que no esté todo arreglado. Tengo cosas que hacer, adiós.

Volvió junto a mí sólo para decirme que tenía que marcharse urgentemente a hablar con alguien que no pude retener en mi memoria y con una promesa de almorzar juntos, sin más, salió por donde había entrado.

Siempre le llamaban por teléfono y se iba a otra habitación para que yo no pudiera escucharle. Cuando le preguntaba qué sucedía y si todo iba bien siempre me respondía:

-          Por supuesto que va todo bien preciosa. No tienes por qué preocuparte de nada.

Había pasado casi dos semanas de mi llegada y la vida en el resort era una gozada, no tenía necesidad de madrugar, si tenía hambre o antojo de cualquier cosa siempre podía llamar a recepción, donde recogían mi pedido para llevarlo apenas diez minutos más tarde a la cabaña. Cuando me notaba estresada o simplemente decidía darme un homenaje, podía usar el spa y darme un masaje con chocolate o bien hacer una sesión completa de manicura y pedicura para después pasar horas tranquila en el salón de la cabaña complaciendo a la maniática y leyendo todos los libros que me eran posibles. La mayoría de los días almorzaba o cenaba con Luca y empecé a hacer algunas amistades entre los trabajadores del complejo.

Decidí que tampoco podía seguir el resto de mi estancia de esa manera, así que tomé la decisión de recuperar el hábito de correr por las mañanas.

La siguiente mañana me levanté y me dirigí al armario donde ya había colocado todas mis cosas, busqué unas mallas azul marino y me puse un top de yoga rosa fucsia entallado pasándolo por encima de mi cabeza. Mirando el reloj de mi muñeca, me di prisa en recoger mi pelo castaño en una cola alta.

Mi cabello usualmente llegaba un poco más lejos de la mitad de mi espalda. Afortunadamente no tenía problema con él a menos que hubiese humedad, entonces se encrespaba pareciendo que había librado la última batalla con el cepillo y la había perdido.

Metiendo los pies en mis zapatillas de deporte y cogiendo el Gatorade del refrigerador de la cocina que disponía en la cabaña, me dispuse a salir a la vez que colocaba los auriculares del iPod en mis oídos. La música de Calvin Harris inundó mis sentidos, dándome el empujón necesario para empezar con energía a ritmo de “thinking about you”.

Una hora y media después, ya notaba como el aire iba faltando a mis pulmones, pero aun así decidí seguir haciendo footing en vez de mantener la velocidad de antes. Estaba bastante alejada del resort divisando en la cima de una montaña cercana un águila real en su máximo esplendor, cuando algo fuerte chocó contra mí sacando el aire de mis pulmones por la brutalidad del impacto. Solté un grito cuando mi cuerpo cedió ante la inercia y cayó hacia un lado.

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