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Luego de haber dormido abrazadas aquel día, las cosas eran muchísimo más cómodas ahora. Mariana no me provocó en toda la semana como nuestro trato lo dijo, y a decir verdad, eso no me lo esperaba. Esperaba que tarde o temprano no pudiera más y terminara haciéndolo para así no ir a aquella fiesta. Pero como soy alguien que no rompe promesas, ahora tengo que ir.

Mi turno en la cafetería estaba a nada de acabar. Miré el reloj, ya eran casi las cinco y media. Tan solo unos minutos y ya tendría que volver.

— Hey, Fer — el llamado de Juliana, una de mis compañeras, me saca de mis pensamientos. Me volteo hacia ella —. Que falte poco no significa que tengas que descuidarte. Ve — dijo apuntando su dedo pulgar hacia una mesa donde se encontraba una chica.

Hice a los lados los mechones de cabello rebelde y me acerqué a la mesa de la chica. Al pararme a su lado, su mirada conecta con la mía. Sus ojos eran grandes y profundos, y por lo poco que lograba ver, tiene buenas curvas.

— ¿En que se le puede ayudar? — hablé intentando quitar mi vista de ella. Es muy linda, a decir verdad. La chica hizo su pedido. Ese tono argentino, y segura cautivó mi audición por completo. Terminé de tomar nota —. Bien, ¿Nombre?

— Emma, Emma Watson — asentí bobamente y anoté su nombre para volver al mostrador.

Un par de minutos bastaron para que el pedido de aquella chica estuviera listo y me tocara entregárselo. Una vez lo dejé en su mesa, me alejé un poco para quitar el molesto rollo que recogía mi cabello, dejando este caer sobre mis hombros. Antes de que me fuera a dejar el uniforme en su lugar, la fuerte y clara voz de la chica me hace voltear.

— ¿Querés contarme vos tu nombre? — cuestionó. Le di una mirada confusa.

— ¿Para que querrías saber eso? — pregunté. Una sonrisa adornó su rostro.

— Vos supiste el mío. Sería justo que yo sepa el tuyo, ¿No? — apoyó su codo en la mesa y su mentón en la palma de su mano.

— Fue por trabajo — desamarré la parte de atrás y pasé los trozos de tela que aferraban el uniforme a mi cuello por encima de mi cabeza —. Así que no es justo.

— Sos muy agradable  — soltó una leve risa, la cual correspondí. Dejé el uniforme en su lugar y me acerqué a ella.

— Fernanda, Fernanda Pacheco — presenté —. Ahora me tengo que ir — me despedí haciendo una reverencia exageradamente elegante, sacándonos risas a ambas, y me volteé para retirarme.

...

— Bien, estás perfecta, Pacheco — solté una risa mientras me veía en el espejo de cuerpo completo. ¿Para qué mentir? Si que me veía bien.

Mariana me hizo voltear hacia ella y se paró levemente de puntillas, ya que yo le ganaba unos tres centímetros de altura, para poder mirar la parte superior de mi cabello y acomodar esa zona. Solté otra risa ya que, para que mirara bien, tuve que inclinar levemente la cabeza hacia ella para que tuviera más cómodo acceso.

Una vez terminó ambas nos incorporamos para darnos una mirada.

— ¿Qué hora es? — cuestioné. Rompiendo nuestra mirada y el silencio.

Mariana tomó su celular de la mesa de noche para encenderlo y mirarlo. Sus ojos se abrieron en grande.

— Son las seis y media, y yo no estoy lista — empezó a correr hacia todos lados.

— Es a las nueve, Mariana. Tienes tiempo — le dije negando divertida. Yo estaba lista ya que ella se la pasó obligándome en todo.

— Tiempo mis ovarios — retuve una risa —. No es prácticamente nada. Permiso — me empujó y se dirigió al baño.

...

Una hora después -agradezco muchísimo que Mariana no me haya provocado antes de venir-, ya estábamos en frente de la casa de Daniel. A veces me pregunto por qué nunca ayudo a Mariana económicamente viviendo en prácticamente una mansión. Hipocresía, tal vez.

Mariana sacó su celular y escribió el número de Daniel, ya que digamos si tocamos se escucharía una mierda por la estruendosa música.

Luego de un minuto, el anfitrión abrió la puerta.

— Oh, chicas — su mirada se posó en mi —. ¡Fer! ¡Viniste! ¡Que milagro! — sobre actuó y los tres soltamos una leve risa —. Pasen, no hay tantas personas como la otra vez. Pero eso es mucho mejor.

Mariana y yo lo seguimos hacia adentro. La música resonoba en mis oídos.

La ambientación era la típica de una fiesta así; colores neón, música fuerte, tonos púrpuras por todos lados. Había personas bailando, otras sentadas bebiendo y otras supongo que en la piscina.

— Estás muy guapa, Mariana —  habló dulcemente Daniel. Mariana abrazó mi brazo.

— Lo siento, Daniel. Pero Fernanda y yo estamos ocupadas — dijo y acto seguido me arrastró con ella a la barra.

— No voy a beber — dije rápidamente.

— Solo una copa, ¿si?

...

Una copa se convirtieron en dos, luego en tres y luego en cuatro. No estaba lo suficientemente ebria para cometer estúpideces pero tampoco estoy en mis cincos sentidos completamente.

No tengo ni idea de como terminé sucumbiendo al alcohol, pero lo hice. Y claro, Mariana tenía que ver; ofreciéndome copa tras copa hasta que no pude más.

Estoy segura de que Mariana está mejor que yo, a pesar de haber tomado más que yo. Ella es extrañamente tolerante a esto, ni idea de porqué.

Estaba bailando en la pista, no habían muchas personas.

Al levantar levemente la mirada, me encuentro con Mariana. Se acercó a mi y colocó sus manos en mis hombros, para, posteriormente, abrazar mi cuello. No protesté ni me rehusé a nada, es más, tomé su cintura para acercarla más a mi mientras ambas nos movíamos al ritmo de la estruendosa música.

Dejó su brazo izquierdo rodeando mi cuello y con su mano derecha tomó mi mentón para acercarme a su rostro. Mi mirada se posó en esos carnosos labios que me gustaría volver a saborear. Sabía lo que se venía, pero no quería que fuera en medio de la pista.

La separé de mi para tomarla y llevarla al rincón más alejado que conseguí, la pegué contra la pared y posé mis manos en esta a cada lado de su cabeza. Sin pensarlo más, junté mis labios con los suyos.

Ahora mismo, mi autocontrol está hecho mierda por culpa del alcohol y lo provocativa que es esta mujer, junto a las ganas de probarla. Mierda, mi lado racional me habla pero no quiero prestarle ninguna atención

Profundicé aún más nuestro tacto y acaricié su labio inferior con mi lengua, apenas separó los labios me dediqué a recorrer cada rincón de su boca. Es deliciosa, mierda. Aún con el sabor a alcohol en su cavidad bucal.

Poco pasó para que ambas iniciáramos una guerra por el control del beso, haciendo que nuestras lenguas se encuentren salvajemente.

Unos segundos después, ambas nos separamos. Apenas y podía ver bien su rostro por la poca luz en este pequeño rincón, pero no quita el hecho de que pueda ver su rostro agitado a la perfección.

— Dios, Fer — seguía intentando regular su respiración —. Estás muy ebria.

— No lo estoy tanto — fue lo único que dije para defenderme, y no mentía.

— ¿Qué no lo estás? Mira lo que acabas de hacerme — dijo apuntando sus labios.

Me acerqué a su oído para susurrar — Sobria o ebria, eso es algo que siempre quiero hacerte.

Ella sonrió cínicamente — Dicen que los borrachos siempre dicen la verdad — dijo y tomó mi rostro para obligarme a volver a juntar mis labios con los suyos.

'Solo una copa'. No vuelvo a creer en esa mierda en toda mi jodida vida.

...

*Diosa Emma en acción chicos*

ROMMATE ( COMPAÑERA DE CUARTO) |Fercha y Mariana G!P[...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora