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Desperté tranquilamente. Mariana aún seguía desnuda y dormida a mi lado, entre mis brazos. Un frío viento en mi torso me hizo dar cuenta de que la sabana estaba en nuestras cinturas.

Con sumo cuidado, me separé de ella. Frunció el ceño y soltó un gruñido antes de acurrucarse más contra mi y abrazarme, evitando que me alejara de ella.

— Fer... — alargó adormilada sin abrir los ojos —. Ven...

Negué divertida pero terminé abrazándola de nuevo, acurrucandola en mi pecho — Tienes que trabajar, Marianita — dije. Ella me miró, su rostro estaba levemente rojo.

— ¿D-De donde salió eso? — cuestionó tímidamente.

Fruncí el ceño — ¿Qué? ¿Mariana? — ella asintió —. No lo sé. Salió y ya.

Hubo un segundo de silencio hasta que el sonido de Mariana plantando un beso en mi pecho lo rompió.

— Me gusta — dijo y plantó otro beso cerca de mi clavícula.

Solté una leve risa — Marianita, es lunes, no es momento de tener sexo. Tienes que ducharte.

Sus besos llegaron a mi cuello, de repente, sentí la humedad y calidez de su lengua que tanto había recorrido mi cuerpo en estos dos días, pasar desde la curva de mi cuello y hombro hasta subir y llegar cerca de mi mandíbula.

— Me ducharé si tu lo haces conmigo — dijo. Rodé los ojos.

— Bien, me ducharé contigo — dije, plantó otro beso en mi cuello —. Solo ducharnos, Marianita — aclaré.

...

Luego de una sesión de sexo en la ducha -en mi defensa, ella no paraba de toquetearme-, Mariana se vistió, desayunamos y ella se fue a trabajar.

Encendí la consola y tomé el control, dispuesta a quedarme jugando hasta que se hiciera mediodía y me tocara hacer el almuerzo. Me senté en el sofá y el sonido de mi celular detiene todo lo que estaba apunto de hacer.

Con una mueca, tomé el celular y lo enciendo para ver que es lo qué hay. La mueca desaparece de mi rostro para ser reemplazada por una leve sonrisa al ver de quien se trataba.

"Hola, Fernanda. ¿Estás libre?"

El mensaje de Emma me hace mirar el celular bobamente.

Quedamos en vernos en unos minutos cerca de la cafetería donde trabajo. Aún con una sonrisa, dejé el celular a un lado para irme y prepararme.

Pasamos una buena mañana, paseando, hablando y riendo juntas, sinceramente, me gustaría conocerla más. Es... no se como describirla.

Ambas estábamos en una cafetería, hablando y riendo mientras nos conocíamos mutuamente.

El sonido de mi celular hace que ambas nos calláramos.

— Disculpa un momento, Ema — me dio una cálida sonrisa que hizo a mi corazón latir más rápido.

Saqué el celular de mi bolsillo e hice una mueca al ver de quien se trataba.

Aún con esa mueca, descolgué la llamada y llevé el celular a mi oído — ¿Hola?

¿Fernanda? ¿Dónde estás? Estoy en casa y no estás — habló Mariana.

— Oh, yo... lo siento, Marianita. Estaba en otro lugar, allá voy — dije y hubo un silencio en la otra línea —. ¿Marianita?

Ah, si, si... está bien yo... te esperaré, bien — fruncí el ceño ante su extraño tono —. Adiós — antes de que pudiera devolverle la despedida, colgó.

ROMMATE ( COMPAÑERA DE CUARTO) |Fercha y Mariana G!P[...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora