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Apenas llegamos al sofá con las dos chicas, tomé y senté a Mariana en mi regazo, tapando mi torso y por lo tanto mis erectos pezones. Logré escuchar una leve risa de su parte, demostrando que entendía porque lo hacía. Leslie y Ana solo me dieron miradas confusas.

Por suerte, hoy era de esos días en los que nuestras dos mejores amigas se les antoja poner películas infantiles, por lo que pusieron cenicienta, pero para mi mala suerte, querían verse todas las películas, incluyendo la actuación de vida real.

Sentía que iba a quedarme dormida en cualquier momento, y apenas van por la mitad de la primera película.

Mariana tomó uno de los cojines y lo puso sobre sus piernas para apoyar sus codos en este y estar más cómoda.

Se me ocurrió una gran idea; que sirve para matar el aburrimiento y, de paseo, vengarme de todas las veces en las que Mariana se pasó de provocativa en frente de otras personas.

Primero miré a Ana y a Leslie a mi derecha, quienes parecían hipnotizadas por la TV; Ana descalza con los pies apoyados en el mueble, haciendo que pegara sus rodillas a su pecho mientras apoyaba su mentón en estas y miraba al frente fijamente. Mientras Leslie tenia su cabeza apoyada en el hombro de la pelinegra mientras estaba descalza también, con sus piernas cruzadas encima del sofá, mirando también fijamente el televisor.

Abracé a Mariana de la cintura y la eché levemente hacia atrás, ella arrastró el cojín consigo cayendo en la posición perfecta; tapando su pelvis.

Entrelacé mis dedos sobre su vientre bajo, cerrando el abrazo, para, disimuladamente, meter mi mano derecha por dentro del elástico de su short y, posteriormente, ropa interior.

Ella notó esto y se sobresaltó levemente — Fer — susurró —, ¿Qué haces? — tomó el cojín y lo acercó más a si misma, tapando mejor donde estaba mi mano.

— La venganza es de lo mejor — susurré en su oído izquierdo para luego tocar su clítoris con mi dedo medio. Ella mordió su labio inferior.

Tomé mi tiempo, acariciando con las yemas de dos de mis dedos sus labios menores, sintiendo con apenas un roce todo su centro.

Ella aún seguía con su labio inferior atrapado entre sus dientes, y podría asegurar de que se está lastimando ejerciendo tanta fuerza. Lo bueno, es que no era sospechoso, ya que Mariana tenía el hábito de hacer eso.

Pasé la yema de uno de mis dedos en su entrada, sacándole un leve gruñido y sintiendo como se empezaba a humedecer y a mover levemente sus caderas, buscando más contacto.

— Ni porque haya gente, ¿No? — hablé a su oído. Ella no respondió.

Empecé a esparcir su humedad por todo su centro, acariciando con mayor fuerza toda su entrepierna. Soltó un leve quejido que, gracias a que venía una escena algo ruidosa, las chicas no escucharon.

Estaba preparada para su mayor tortura y al parecer ella sabía lo que tenía en mente.

— Fernanda... n-no lo hagas — susurró disimuladamente. Le di una sonrisa maliciosa y acaricié su húmeda entrada antes de meter mi dedo medio dentro de ella —. Fer... — gimió lo más bajo que pudo. Detuve mis movimientos cuando la mirada de Leslie se posó en nosotras.

— ¿Qué sucede? — cuestionó la menor.

— Nada, ¿Por qué lo dices? — cuestioné haciendo como si nada, mi dedo seguía dentro de Mariana y estoy segura de que si ella habla terminaría jadeando o algo por el estilo.

— Creí escucharlas. Veo que solo es la película — dijo y volvió a su posición anterior.

Empecé a mover mi dedo dentro de Mariana mientras esta suspiraba constantemente mientras su respiración era un desastre. Hasta yo me siento torturada de no poder ver su rostro gimiendo mi nombre sin control.

Seguí moviéndome lentamente, sacando y metiendo mi dedo dentro de ella. Mariana abrió levemente las piernas, dándome un más cómodo acceso y acomodando mejor el cojín.

Introduje un segundo dedo dentro de ella lentamente. Movió levemente las caderas mientras soltaba suspiros pesados para reemplazar gemidos. La estaba torturando, y eso me gusta.

— P-Para — hice caso pero no salí de su interior —. M-Me vas a hacer venir,  Fe-Fer — avisó en la voz más baja que pudo, mirándome ya que mi mentón seguía posado en su hombro.

— ¿Y?

— Fer-Fernanda, por Dios. No me puedes hacerme venir aquí — siguió susurrando.

— Bueno, tengo un plan — dije, pensando en torturarla mejor.

— Fernan-... um... — la penetré más duro con mis dedos. Por suerte, logró detener el gemido que amenazó con salir de ella.

Seguí penetrandola y miré a la pantalla, faltaba poco para que la película terminara y las paredes vaginales de Mariana apretando mis dedos, me avisaron que ella también iba a terminar pronto.

Agradezco que cada que una película termina y vamos a ver otra, Leslie y Ana o van a la cocina a recomponer bocadillos o van al baño y ambos lugares están alejados del sofá.

Bajé la velocidad de las penetraciones para que Mariana no lograra llegar a su orgasmo aún. Ella soltó un suspiro de alivio aunque no saqué mis dedos de ella.

La película terminó y nosotras no nos movimos de nuestra posición ni un milímetro.

Como rezaba y esperaba, ambas chicas se levantaron.

— Iré al baño — habló Ana.

— Pondré más palomitas al microondas — habló Leslie.

Una vez ambas se fueron, mis estocadas se reanudaron. Esta vez, Mariana se tomó la libertad de gemir en voz baja mientras abría más las piernas y se echaba levemente hacia atrás.

Seguí penetrandola hasta que sentí que sus paredes apretaban más mis dedos de lo que deberían, anunciando que estaba entrando a su orgasmo.

— Fe-Fer, sigue — pidió.

— No puedo — dije intentando resistirme a su apodo y saqué mis dedos de ella —. No te puedo hacer venir aquí — saqué mis viscosos dedos de sus prendas inferiores.

— Maldita seas, Fernanda Pacheco — me encogí de hombros.

— Termina en la habitación, iré a lavarme las manos — Fue lo único que dije antes de que ella se bajara de mis piernas. Había logrado mi objetivo y estaba satisfecha. Aunque claro está, me quedé con ganas de follarla como se debe.

...

Las otras películas, Mariana evitó sentarse encima de mi, colocándose del otro lado del sofá, dejando a nuestras amigas en medio de nosotras. Estaba molesta, eso lo sé. Pero me alegra haberle dado una cucharada de su propia medicina.

Finalmente y justo antes de ceder al sueño, la última película acabó, lo cual hace que me contenga de saltar de felicidad.

Leslie se levantó y estiró — Fue una buena tarde — comentó.

— Si, tienes razón — dijo Ana.

Le di una mirada burlesca a Mariana — Si, Fue muy buena — dije y estoy segura de que Mariana pudo haberme matado con su mirada.

Unos minutos después, Mariana y yo estábamos completamente solas. Cerré la puerta y me devolví a la sala.

Iba a pasar de largo e ir directamente a la habitación hasta que la voz de Mariana llamó mi atención.

— Fernanda García Pacheco, ven aquí — hablaba como si fuera mi madre y estuviera a punto de regañarme. Aún así, di la vuelta y me senté en el sofá.

Mariana estaba con su torso apoyado en el posabrazos y sus pies en el mueble mientras me daba una mirada 'intimidante'.

— ¿Qué tal? ¿Te gusta tu propia dosis? — cuestioné divertida. Su expresión de molestia aumentó.

— Oh, Pacheco. Las vas a pagar, y muy caro.

...

ROMMATE ( COMPAÑERA DE CUARTO) |Fercha y Mariana G!P[...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora