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Prácticamente, la fiesta la pasamos besándonos. Pero se siente muy bien dejar el autocontrol a un lado un rato.

Entramos a nuestra habitación, y tras cerrar, lo primero que Mariana hizo fue abalanzarce de nuevo a mis labios.  No tardé en corresponder, tomando su cintura y acercando su cuerpo al mío.

De un momento a otro, Mariana se separó de mi — siéntate — exigió apuntando a la cama levemente con la cabeza. Hice caso y fui hacia esta, sentándome en el borde y deshaciéndome de mis zapatos.

Ella se sentó encima de mi y tomó mi rostro para unirnos en un beso rápido. Al separarnos, juntó nuestras frentes.

Ella volvió a hablar — Fer, quiero que sepas una sola cosa aunque mañana recuerdes — suspiró —. Esto jamás fue solo algo para molestarte. Siempre quise acostarme contigo. ¿Quién no querría? — empezó un lento vaivén con sus caderas contra mi —. Me atraes mucho. Y quisiera aunque sea cumplir una sola noche de sexo de las muchas que he fantaseado. — siguió hablando. Yo no le ponía tanta importancia. Solo pensaba en mis ganas de penetrarla.

— Hagamos esto y ya, ¿bien? Ya hablaremos mañana — dije y uní mis labios con los suyos.

Ella correspondió el beso aumentando la velocidad de sus caderas, tomé estas e hice que se acercara más a mi cuerpo, creando una deliciosa fricción entre ambas.

Pasó su lengua por mi labio inferior mientras quitaba lentamente la chaqueta que cargaba por mis brazos. Sin pensarlo más la ayudé con mi boca, haciendo un delicioso y profundo beso francés.

La presión en mi abdomen me alertó de mi erección, Mariana lo notó y aumentó la velocidad de sus caderas.

Finalmente, ambas nos separamos del delicioso beso, un hilo de saliva separando nuestras bocas. 

Sus manos fueron al borde de mi camisa para quitarla por encima de mi cabeza, dejando mi sujetador al aire. Como respuesta, metí mis manos en su vestido para subirlo hasta su cintura, dejando sus bragas al descubierto.

Ella siguió frotándose contra mi, sacándonos varios jadeos y volvió a juntar sus labios con los míos.

Sus manos fueron a mi espalda para desabrochar la prenda que cubría mis pechos. Sin separar nuestras bocas, tomé las tiras de este para pasarlas por mis brazos y terminar lanzando la prenda por cualquier sitio.

Ambas nos separamos. Me eché levemente hacia atrás, quedando más hacia el centro de la cama, Mariana retrocedió conmigo para empezar a dar besos húmedos por mi cuello que dejaban mi piel de gallina y enviaban escalofríos por mi cuerpo. Dios, el maldito pantalón hacía que mi erección doliera demasiado.

Para mi fortuna, las manos de Mariana fueron a rescatar mi pene, desabrochando y bajando levemente mi pantalón mientras sus besos bajaban por mi clavícula.

Su boca atrapó mi pezón izquierdo y el tan solo sentir la humedad contra la piel de este me hizo gemir.

Su mano empezó a acariciar mi miembro por encima de mi bóxer mientras su lengua se movía en círculos alrededor de mi pezón.

— Ma-Mariana.. — empujé su cabeza contra mi seno para que continuara chupando, lo cual hizo pero rápidamente fue a endurecer mi otro pezón.

Las caricias en mi entrepierna y su cálida lengua recorriendo mi pezón fue lo que me hizo entender que a este punto ya no hay vuelta atrás. Y menos mal.

Los movimientos de mi mayor se detuvieron bruscamente, dejándome con ganas de que siga con esas excitantes caricias.

— Mariana... sigue, por favor — rogué. Ella alzó una ceja.

ROMMATE ( COMPAÑERA DE CUARTO) |Fercha y Mariana G!P[...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora