Capítulo 3

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Lisa POV:

Estar sola era lo mejor que podía pasar. Mi padre se fue con su hijo a Corea del Sur para empezar a introducirlo en los negocios, a pesar de solo tener 10 años tenía más importancia que yo. Con solo 15 años mis únicas obligaciones eran verme bien para las visitas y saber como cuidar de un hombre, ¿Y si eso no es lo que quiero?

-Señorita Manoban, llegaron los vestidos nuevos -anunció mi nana- están muy bonitos

-Es lo único que puedo escoger con libertad -dije mirándome al espejo- gracias nana

- ¿Qué sucede Lisa? -pregunto con dulzura- sé que pasa algo, te conozco muy bien, no puedes mentirme.

Suspiré bajando la mirada, ella tenía razón. Desde que mi madre se fue de la casa la única persona que me entendía era ella junto con Lawan, pero ahora solo estaba ella.

-Mi padre dijo que debo entrenar con su esposa -dije con tristeza- quiere que me casé cuando cumpla 17.

El silencio se instalo en mi habitación, sabía que mi nana no podía ayudarme con eso, eran las tradiciones. Y en la familia las tradiciones y las promesas siempre deben cumplirse.

-No es necesario que digas nada nana, sé que debo hacerlo -dije con una sonrisa forzada- no quiero, pero es mi deber como hija mayor de la familia.

-Espero que el esposo que tengas te amé mucho, te lo mereces mi niña -dijo acercándose a mí y acariciando mi mejilla- te lo mereces más que nadie por todo el dolor que llevas sobre tu joven espalda...

Mis ojos empezaron a cristalizarse, siempre me ponía sentimental al recordar mi pasado. Mi madre abandonando la casa, mi padre saliendo con mujeres y mi hermana. Recordarla era más doloroso de lo que quisiera sentir.

-No es momento de llorar nana -respondí limpiando mis lagrimas- debo alistarme para empezar a estudiar.

Escogí cualquier vestido, no tenía ganas de arreglarme y me cambié. A veces me gustaría vivir en occidente, eran más liberales y podían hacer cosas que aquí no se veían tan seguido. Mi padre al ser ex oficial de la armada de Tailandia tenía que estar siempre de viajes porque el rey le dio el trabajo de ministro de relaciones exteriores, era la imagen del país en los demás países extranjeros. Tenia apariencias que mantener y con estas, yo también.

-El profesor de ética ya llego -anuncio mi nana con una reverencia-

-Nana ya te he dicho que no es necesario que hagas una reverencia cuando me digas algo -hablé enojada- no lo hagas, eres como mi madre.

Iba a refutarme, pero entro la esposa de mi padre con su característica sonrisa burlona y sus trajes de mal gusto. Ostentosa, mostrando el dinero que no tiene.

-Pero debe hacerlo Lalisa -dijo con su voz chillona- ella sigue siendo una sirvienta aquí, debe seguir las reglas de la casa.

No le respondí, solo la miré y salí de la habitación. No me gustaba ocasionar peleas con ella, no quería darle el gusto de molestarme y mucho menos que me causara problemas con mi padre. Suficiente con estar bajo la sombra de su hijo, el favorito.

-Buenos días señorita Manoban -saludo el profesor con una reverencia- ¿lista para su clase de hoy?

-Buenos días -salude con un asentimiento de cabeza- si profesor.

Lista para aburrirme las próximas 3 horas -dije mentalmente- 

Tradiciones y Cadenas | ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora