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El clima de aquella noche de pronto parecía ser helado para Jimin, aunque sus prendas le abrigaban el cuerpo, podía sentir una brisa traviesa recorrer cada átomo que le conformaba, como si estuviese dentro de una bola de cristal, Jimin podía mirar un entorno distinto, uno que no había imaginado o que al menos no esperaba de forma tan prematura. Su adorada hermana estaba comprometida con el joven que su corazón había elegido para amar, mirar a Yoongi frente a él justo al lado de la joven señorita le partía el corazón, se sentía molesto pesando en que Min Yoongi sabia a detalle de los hechos que acontecerían aquel día, ¿era acaso que aquel hombre fingía aquellos sentimientos de amor que día a día le demostraba en las caricias discretas en el dorso de su mano? Al terminar la cena, Jimin limpió la comisura de sus labios con la servilleta que mantenía empuñada debajo de la mesa, se levantó y se despidió con educación de la reunión.


—Si me permiten, quisiera respirar un poco de aire fresco, escuché que tomar una caminata al aire libre después de comer es de ayuda para prevenir la fiebre amarilla — Jimin dejó una reverencia y mostró una sonrisa en dirección a la joven pareja.


—Si ese es un buen método preventivo, deberíamos ya de aplicarlo todos — la madre de Jimin pronunció levantando su copa y bebiendo un pequeño sorbo del líquido que aquella portaba.


El latir del corazón de Park se sobresaltó una vez que abandonó la sala, otra oleada de aquella brisa helada recorrió su cuerpo al ver ante sus ojos la hermosa noche, que si bien tenía una temperatura agradable, Jimin la sentía como la noche más helada del invierno. Se detuvo solo por unos minutos sobre el marco de la puerta mientras admiraba el cielo estrellado, sin ser consciente un pequeño suspiro abandonó su cuerpo, también una gota salada resbaló por su mejilla hasta tocar la piel de su cuello, de inmediato la limpió cuando escuchó que la puerta detrás de su espalda comenzaba a abrirse.


¿Me permite acompañarlo esta noche? — la voz de Min Yoongi resonó en su nuca, el frio que había estado sintiendo poco a poco se iba al sentir aquella cercanía, tan esperada.


—No me parece que sea correcto señor Min — Jimin pronunció mientras sus sentimientos le obligaban a escapar, emprendió su caminata hacia ningún lugar.


—Jimin, yo no tenía idea de esto, déjame hablarte — Yoongi no respetó la decisión de aquel y le siguió el caminar.


—También me gustaría pedirle que se terminen los días de entrenamiento, supongo que ahora con su compromiso estará ocupado — Jimin pronunció con tintes de rabia y decepción en sus palabras, y después de ello, incrementó la velocidad en su caminar dejando pronto lo que ahora consideraba su pasado.


Jimin no giró el rostro para confirmar que Min se había alejado de él, pues el silencio en su andar le decía que se encontraba solo, en su caminar lleno de soledad, pudo dejar que su llanto saliera con libertad y aunque sabía que esa acción era prohibida para los varones, la oscuridad de la noche seria su cómplice, solo las estrellas veían el corazón dolido que Jimin portaba en su pecho. Aquel vago caminar le llevó al escondite al que solía ir de niño cuando no quería tomar sus lecciones con la señora Kimi, el viejo granero que se encontraba abandonado desde hacía varios años y que para su suerte estaba alejado a varios metros de su hogar.


—¿Sigues viniendo aquí cuando te sientes triste? — después de que Jimin entrara al sitio escuchó la voz del mayor detrás su espalda, aquel le había seguido en silencio respetando el espacio que necesitaba.

1850: Beso ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora