Una suave tonada de piano se escucho dentro del establecimiento escondido en lo más profundo de la ciudad de San Petersburgo, comenzando suave y volviéndose animada gracias al acompañamiento de unos chasquidos, y por supuesto, una hermosa voz que destacaba ante los demás.
- Otro adios, mueve tu mano- se le escucho cantar a un joven que tenia hipnotizado a todas las personas que lo veían y escuchaban con atención, sin despegar sus ojos ni un solo segundo.
Los hombres y unas cuantas mujeres se encontraban en el bar, todos disfrutando de el canto y la vista que tenían en frente de ellos, el pelinegro vestía un vestido rojo totalmente pegado a su cintura y fuerte pecho, su cabello negro peinado hacia atrás, y sobre sus brazos descansaba una tela tan suave como las nubes.
Al terminar de cantar las miradas aún seguía puestas sobre el, levantó lentamente su mirada en busca de cierta persona y está al verle solo sonrió, se encontró con unos ojos azules, piel pálida y un extraño color de cabello, así que ese era el gran Nikiforov, fue lo que pensó Katsuki.
Y al igual que el ruso, el pelinegro le guiño un ojo coquetamente para responder a ese perversa sonrisa y desapareció por detrás de las cortinas color vino, moviendo sus caderas de una manera provocativa.
Camino hasta una habitación que tenía solo para el, ya desde hace unos meses que había comenzó a cantar en el bar y logro captar la atención de todos en un muy corto lapso de tiempo, que puede ser buena pero al mismo tiempo terriblemente malo.
Aunque nadie había sospechado de su verdadera identidad.
Yuuri Katsuki de veintitrés años, agente secreto, bastante raro incluso para si mismo. Podía fingir ser el humano más dulce y coqueto sobre el escenario, pero al bajar de este se volvía en una persona completamente diferente.
Una persona demasiado seria y algo enojona, ese al parecer era el único sentimiento que podía expresar genuinamente, el trabajo era trabajo, y para poder seguir trabajando en esa agencia que al principio no le gustaba para nada termino cambiando de opinión en unos años de entrenamiento.
-¡Ashs!- grito enfurecido al cerrar la puerta detrás de el, su cabello negro y brillante fue cayendo poco a poco sobre su frente.
Camino hasta sentarse en unos sillones rojos y la pistola que estaba sujetada en su pierna fue dejada sobre la mesa color madera.
-Tres malditos meses para solo una sonrisa- soltó de mala gana y tirando su flequillo hacia atrás nuevamente.
Se escucho la puerta abrirse, un chico moreno entró a la habitación con una bandeja en mano.
-Bebe esto, ¿no te duele la garganta?- pregunto algo preocupado y con una sonrisa ligera en su rostro, Pichit Chulanont siempre había sido alguien bastante alegre y motivado, incluso cuando las situaciones no eran de lo más favorables.
-Duele pero lo soporto- dijo y tomo el vaso de agua, tomándose todo el contenido de una sola vez, el vaso haciendo un ruido sordo al chocar contra la mesa.
-¿Aún no hay información de Nikiforov?- Pichit camino hasta sentarse al lado de Yuuri, llevando sus manos a sus propias piernas y esperando una repuesta.
-Solo su edad y nombre, no quiero llegar tan lejos, ni que me fuera a acostar con el para tener algo más "contundente" que estos simples datos.
Al decir esa larga oración buscó en su bolso la carpeta titulada "Caso 25.12 V.N", y se la tiro al moreno, el logro atraparla en sus manos agilmente y le dio otra sonrisa al chico a su lado.
-Ha venido desde hace sólo una semana, debes tener paciencia- le hablo mientras leía lo que estaba escrito y recopilado sobre el mafioso "Victor Nikiforov".
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A Good Taste [Victuuri]
FanficVictor Nikiforov, un nombre que ya era cotidiano en la vida de los policías, pero para Yuuri, aquel hombre debía atraparlo sin dar a lugar. Lo único que no sabia es que Victor Nikiforov es realidad se llamaba Verrier, uno de los demonios más poderos...