-Dejaré que se marche- la voz del peliplateado resonó dentro de la habitación completamente cerrada, el rubio a su lado solo lo miro con una expresión que mostraba mucha confusión, para luego el hablar.
-¿no que lo dejaríamos aquí?- pregunto de vuelta, no encontraba razones para dejarlo ir, aún más cuando ese Yuuri era un maldito policía.
-Se que el Eros, y un poco de diversión nunca esta demás- respondió y se acomodo sobre el sillón, el traje negro ajustándose a su cuerpo con cada movimiento que realizaba.
Después de darse cuenta que aquel pelinegro era el mismo cantante del bar, su mente se tranquilizo y pensó con más sensatez. Había caído rendido por el desde el principio, y una de las principales razones era primero por su voz y lindo cuerpo, más allá de eso le encantó que tuvieran gustos tan parecidos.
Y ahora que sabia la verdad, no tenía muy claro si todo ese fue fingido desde un principio, aun cuando observaba al japones hablar del arte con tanta adoración y devoción, había caído redondito en esa "personalidad" encantadora del pelinegro. Habían organizado una vuelta en contra del grupo Leroy, dejaron de habar y el mas alto se levanto en dirección a la salida, debía de tener todas las armas y autos en perfectas condiciones, no podría existir ningún error esta vez.
Siguió caminando hasta llegar a una bodega oculta bajo la casa, varios hombres y mujeres estaban allí ya esperando ordenes, unos descansando mientras fumaban y otros que aun estaban comprobando la eficacia de las armas. Chris estaba a cargo de cierto grupo que iría primero, se acerco hacia el a pasos lentos.
-¿Esta todo listo?- pregunto hacia el rubio frente a el.
-Todo listo- al decir ajusto el arma entre sus manos, aunque debido a su poder no necesitaba esas cosas humanas, de todos modos seguía siendo muy divertido usarlas en este tipo de situaciones.
El grupo Nikiforov estaba compuesto por una gran variedad de personas y demonios, estos últimos no eran tan poderosos y no había necesidad alguna de siempre mantener sus poderes bajo cierto margen. Tenia por seguro que esta vez lograrían matar a ese tal "J.J", la ultima ves estuvieron muy cerca de hacer una completa masacre y por culpa de los policías que llegaron a ultimo momento no tuvieron mucho éxito, aunque habían secuestrado a alguien.
Alguien quien parecía estar segundo al mando del grupo canadiense, Otabek Altin, excelente con todo tipo de armas y una gran agilidad en pelea cuerpo a cuerpo, aun con todo eso seguía siendo un simple humano pero de igual manera les podría ser de utilidad. Luego de escuchar las palabras del rubio se encamino hacia donde se encontraba el policía, no podía quedar con temas pendientes.
-¡Yuuri!- le llamo con un grito, el pelinegro ya no se encontraba amarrado y ahora estaba sentado sobre el sillón de cuero, el mas bajo lo miro de reojo cuando entro.
Victor había decidido que no le diría nada al pelinegro sobre su verdadera identidad, por supuesto que en un principio se sintió algo engañado pero no podía ignorar el hecho de que Yuuri le serviría en un futuro muy cercano, aunque convencerlo seria muy difícil debido a su exaltante temperamento. Desde ya hace días que el japones no decía palabra alguna, ni para pedir o responder a algo, en la habitación no había ningún objeto que pudiese ser utilizado como arma, así que con confianza se sentó al lado del mas bajo.
Yuuri en cambio solo sentía resentimiento, había estado tanto tiempo haciéndose pasar en encubierto para atrapar a este hombre, y cuando finalmente lo hacen el peliplateado termina siendo un demonio, como si su suerte no fuese peor, este mismo lo tenia secuestrado. Ya no habían golpes ni interrogaciones, eso causaba que muchas preguntas se formaran dentro de su cabeza, su lado no racional le decía que lo golpeara sin importar las consecuencias, pero el intentaba contenerse.
-Iremos por el grupo canadiense, eso sera de ayuda para ustedes los policías, ¿no es así?- pregunto al final con un algo sarcástico, como si es fuese tan fácil, aunque para un demonio de alto rango si debía de serlo.
Victor fue directamente al grano.
-Te dejare ir con unas cuantas condiciones- le comenzó a hablar- pero si te atreves a contar algo sobre mi a los policías, recuerdo que soy un demonio, puede ir de aquí para allá en un segundo, y no me gustaría matarte.
-¿Esas son tus condiciones?- pregunto mientras trataba de acomodar su cabello que caía sobre su frente a cada momento, si es capaz de seguir viviendo y salir de esta casa, podría continuar investigando a Nikiforov, aun cuando corría el riesgo de morir en el intento.
-Si , solo a cambio de tu silencio- le respondió con seguridad- pero por supuesto que debemos hacer un trato- al decir eso le dedico una sonrisa y de su traje saco una pequeña navaja que brillo a la luz del cuarto. El peliplateado tomo entre sus manos la mano del mas bajo, este se exalto pero no puso fuerza para soltarse, su situación no estaba muy a su favor en estos momentos.
Victor paso la navaja por la palma de Yuuri, la sangra escurriendo por la mano y ya parte del brazo del japones. La forma del demonio fue cambiando lentamente, al igual que la ultima ve que lo vio hacerlo en la comisaria de policías, en la palma del ojiazul se formo una extraña figura y fue allí cuando estrecho esa mano con la mano de Yuuri que sangraba.
Su mano ardió como nunca antes y la miro rápidamente cuando el demonio le soltó, la misma marca estaba ahora en la palma de su mano, era color negro y blanco.
-¿Que es esto?- pregunto mientras acariciaba su mano, ambos mirándose fijamente y Victor viendo muy en el fondo a alguien mas pero ignoro eso, no era el momento ni el lugar, en especial después de todo lo que le hizo a Yuuri. En gran parte fue Yuri quien lo golpeaba pero el siempre estaba presente en cada interrogación, mirando y sin hacer nada aun cuando en el fondo quería detener eso, su orgullo como demonio le ganaba.
No es como si enamorar a ese policía fuese tan fácil, en especial luego de todo lo que le hizo durante los últimos meses, tampoco las cosas se resolverán con puro amor.
-Un trato, contrato, sello, como quieras llamarle- el pelinegro escucho esas palabras con atención- el sello es solo por "ética", no es como si fuera a matarte.
-...- Yuuri se quedo en silencio, aun siendo un sello seguía ardiendo demasiado, sintió como su mano otra vez era tomado y su semblante se hizo mas duro y penetrante que antes, observo como el peliplateado chasqueaba sus dedos y de la nada un vendaje ya estaba cubriendo su mano, miro con sorpresa al peliplateado.
Victor se levanto del sillón y quedaron frente a frente mirándose.
-Mañana te podrás ir- dijo y salio de la habitación a pasos lentos, hace ya muchos años que no realizaba algún sello con un humano.
El sello tenia grandes ventajas y desventajas, el demonio podía tener el control total del portador pero a cambio este ultimo podría invocar al demonio en el momento que quisiese, también hablar, si Yuuri escribir algo en su piel, Victor seria capaz de verla en su propia piel, mas o menos así funcionaban ese tipo de tratos, todo era justo para ambas partes. El sello ya por si solo tenia sus propias reglas que ningún demonio podría romper, aun si lo hiciera con todos los poderes que tiene, el sello sera eliminado cuando el humano muriera.
Y las probabilidades para que eso pasara son muy variadas, Yuuri era un policía, su vida corría peligro a todo momento.

ESTÁS LEYENDO
A Good Taste [Victuuri]
FanficVictor Nikiforov, un nombre que ya era cotidiano en la vida de los policías, pero para Yuuri, aquel hombre debía atraparlo sin dar a lugar. Lo único que no sabia es que Victor Nikiforov es realidad se llamaba Verrier, uno de los demonios más poderos...