13. Afecto

138 25 3
                                    

La tenue luz fue entrando a través de los grandes ventanales, sentía una presión alrededor de su cintura y parte de su espalda pero el toque era bastante cálido así que continuo con sus ojos cerrados. Sentía que todas las preocupaciones que andaban por su cabeza desaparecieron, y aquello solo causaba que quisiera quedarse durmiendo por mucho tiempo mas.

Hasta que recordó lo que paso ayer en la noche.

Sus ojos avellanas se fueron abriendo hasta encontrarse con una vista casi deslumbrante, frente a el Victor aun se mantenía durmiendo y sus brazos estaban posados sobre el pecho del mas alto y su mirada se dirigió hasta llegar a la herida que fue causada hace solo unas horas. Aun estaba haciendo su papel de Eros pero no lo parecía dentro de su mente, solo actuó de la manera correcta según su propio criterio.

Lentamente se bajo del regazo del peliplateado, no tenia idea de como había llegado a estar en esa posición y prefirió no pensarlo mas, cerro las cortinas para que no entrara demasiada luz t camino hasta donde estaba el demonio, ahora el se veía tan indefenso que jamas pensaría que el es un asesino.

Pero después de todo, lo seguía siendo.

Saco esas ideas rápidamente de su cabeza, no podía continuar pensando cosas sin sentido alguno, era un policía y su deber era conseguir la justicia. Escucho unos quejidos que provenían de Victor, la herida parecía ser algo dolorosa, se acerco y justamente el ojiazul abrió sus ojos con lentitud para mirar a su alrededor y encontrarse con las mas hermosas de las visiones.

Al pelinegro casi encima de el, separados por unos cuantos centímetros de distancia, tenia a la vista los trabajados hombros del japones y parte de sus piernas a la vista, pero el verdadero espectáculo era ese rostro tan angelical, se dedico a apreciar cada parte que componía a Yuuri y extrañamente, no podía evitar mirarlo de otra manera.

Hasta que diviso la cicatriz, ayer solo quería besarla y ahora se sentía tan culpable por saber que fue el quien le hizo ese daño que jamas desaparecería.

Tomo la mano de Yuuri y lo atrajo hacia su cuerpo, aun cuando la herida seguía doliendo demasiado, pasarían horas antes de poder encontrar con el otra vez, el cálido cuerpo de Yuuri junto al suyo había logrado que su temperatura subiera mas de lo que estaba acostumbrado. Soltó un suave suspiro de satisfacción mezclado con dolor, y segundos después abrió su boca para hablarle al pelinegro, sus labios casi rozando el suave rostro del mas bajo.

-Gracias por quedarte- fue lo primero que dijo, su voz sonando ronca por apenas recién haber despertado, iba a continuar diciendo algo mas pero prefirió callar para ver que es lo que diría Yuuri. 

Solo recibió una expresión desconcertante, el rostro del pelinegro estaba ardiendo como si tuviese llamas sobre su cara, fue a abrir su boca para responderle pero la puerta abriéndose los sorprendió tanto que Yuuri cayo aun mas sobre Victor, quedando en una posición bastante prometedora. 

Un rubio entraba a toda prisa, moviendo de manera exagerada sus caderas y quedándose petrificado frente a los dos hombres, uno encima del otro, el peliplateado con sus manos alrededor de la cintura del pelinegro, el vestido dejando ver algo mas allá pero se fue fijando quien era ese chico que parecía querer acostarse con su mejor amigo.

-¿¡Eros?!- grito el nombre del chico japones, este solo pudo fingir vergüenza y porque en parte en verdad la sentía, estar en esta posición y agregando que era con Nikiforov, le hacia hervir la sangre de una manera que ni siquiera podía reconocer si era enojo o simplemente la vergüenza de ser encontrado así. 

-Señor Giacometti...- lo saludo, bajándose lentamente del regazo del peliplateado, su cuerpo sintiéndose demasiado torpe como para hacer algún movimiento. Victor aun tenia su mano sujetada entre las suyas, temiendo a que si la soltaba el pelinegro no volvería a tomarla por propia voluntad.

-Debo decir que esta es una grata sorpresa- una sonrisa se fue formando en su rostro, quedándose a una distancia prudente de los otros dos- mi amigo por fin esta con alguien.

Ni Victor ni Yuuri dijeron alguna palabra en contra de eso, solo se miraron como cómplices y de nuevo observaron a Chris, el rubio siguió sonriendo.

-Los dejare solo, a la tarde vendré- se despidió con un saludo de manos y un pequeños beso al aire, de la nada todo se volvió demasiado pesado para Yuuri y cayo sobre el sillón, todo a su alrededor se veía borroso y daba demasiadas vueltas, trataba de pensar en la razón causante de su mareo.

El demonio lo sabia perfectamente, los poderes de Chris no tenían mucho potencial sobre el, pero sobre un simple humano su cuerpo no seri capaz de soportar tanta lujuria impregnada en el aire. Victor aun con su herida se acerco lo mas rápido posible a Yuuri, e intento traerlo de vuelta a sus cinco sentidos. 

-¡Eros!, ¿estas ahí?- preguntaba rápidamente, la desesperación consumiendo su cuerpo al no recibir respuesta por parte del mas bajo.

- ¡Yuuri!, ¡Yo no soy Eros!- grito de vuelto con las fuerzas que le quedaban antes de lanzarse hacia el cuerpo de Victor, el solo recibió entre sus brazos mientras trataba de pensar en algo, aun seguía herido como para usar sus poderes y en especial si quien lo había dañado fue un ángel, son los únicos que pueden llegar a causarle una herida de tal magnitud.

¿Por que Chris tuvo que utilizar sus poderes justo ahora?

El principal efecto era la lujuria seguida de muchos mareos, como si la persona afectada hubiese tomad demasiado alcohol. Soltó un jadeo de sorpresa al sentir unos labios sobre los suyos, se quedo inmóvil en ese segundo y lo único que paso por su mente fue la promesa que le había hecho a Yuuri, que solo quería acercarse para ser su amigo. Con fuerza alejo el cuerpo del pelinegro, este ultima continuaba con sus intentos de besarlo hasta que se conformo con el cuello de Victor, sus suaves labios fueron recorriendo cada nervio que se encontraba allí y al principio dejando suaves lamidas, que se fueron convirtiendo en mordiscos y chupetones salvajes.

-Por favor, detente...- aun cuando solo eran simples chupetones, poco a poco el vestido que cubría los hombros de Yuuri fue bajando, la tersa piel dándose a lucir en su máximo esplendor. Su rostro demoniaco se fue revelando, y no le quedo de otra que correr hasta el baño y encerrarse allí, se lo había prometido al pelinegro y así mismo, podría ser un demonio pero jamas alguien que se aprovecha de los demás, en especial si ambos compartían un sello.

Se miro a si mismo en el espejo y se acerco, desde un poco mas abajo de su oreja y cerca de su hombro todo estaba repleto de chupetones y su piel húmeda,  se fue fijando en su rostro, donde pequeñas manchas casi invisibles, iban apareciendo como pecas pero en forma de diminutos diamantes blancos y plateados.

Eso era nuevo.

Se toco el rostro para ver si tenia alguna textura, no era así, parecían estar dibujadas. Se sentó sobre la tina y espero, estaba seguro que esos "efectos" perdurarían por horas en el organismo de Yuuri y no tuvo otra opción que quedar encerrado allí dentro, temiendo a que algo mas pasara entre los dos.

Maldito demonio lujurioso.

Aquello fue lo que pensó Victor al escuchar mas jadeos a través de la puerta, se tapo los oídos y escondió su rostro entre sus piernas, no quería escuchar laboriosamente por que ya sabia que no podría controlarse a si mismo y Yuuri era muy diferente a los humanos con los que alguna vez estuvo como para dejarse llevar.

Yuuri era extrañamente especial, y que fuera un policía aumentaba aun mas ese sentimientos que iba creciendo en su interior. 






A Good Taste [Victuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora