20. Un vistazo al pasado

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Miraba con atención la imagen de si mismo reflejada en el espejo, su cuerpo estando lleno de moretones por los golpes que unos chicos le habían dado, lentamente se había acostumbrado a recibir esa clase de abuso y el no hacia nada para detenerlo, tenia por seguro que las cosas se tornarían a peor si los delataba.

Sus padres decidieron que seria una buena idea mudarse a la gran ciudad donde hay mejores escuelas, donde supuestamente las oportunidades de un buen trabajo y estudios serian facilitadas, y lo eran, pero como siempre las cosas jamas salían bien para el.

Tomo la pequeña cámara y fue tomando fotos de todo a su alrededor, incluso desde las mas diminutas a las mas llamativas que podía llegar a ver, una sensación de paz quedaba incrustada en el cada vez que salia a tomar fotos para así poder despejar su mente por al menos unas cuantas horas, pues al volver a esa casa todo se volvía peor.

Los gritos y generalizaciones que su tipo hacia, la manera en que trataba a su propia familia siempre lo hacia sentir tan enfermo que solo iba allá para dormir y comer, incluso el dinero que costaba tanto en recolectar con su propio esfuerzo se le era arrebatado por eso hombre.

Jamas dijo una palabra alguna sobre esa situación, parecía como si nadie en ese lugar lo quisiera cerca y en cuanto cumplió la edad suficiente para entrar a una universidad, las lagrimas corrieron por sus lagrimas. Para entrar se debía hacer una prueba justo a una exposición de arte, todo estaba hecho trizas bajo sus manos, no podía moverse y solo miraba a un punto fijo sin saber que era lo que sentía exactamente.

-No dejare que estudies algo como eso, ya te inscribí en una academia, por que no creas que no he visto todos esos golpes, ¡eres un debilucho que no sabe defenderse¡- le gritaba desde arriba, todo se veía borrosa y los ojos de su tío no eran visibles, su flequillo negro cayo sobre sus ojos y las lagrimas continuaron.

Quería gritar con todas sus fuerzas pero no le salia la voz, quería moverse a golpear a ese maldito hombre que le arruino la oportunidad de estudiar en lo que mas anhelaba y amaba, el arte en todas sus formas posibles.

-Mañana te iras, así que solo prepara una maleta con ropa- el golpe de la puerta fue lo único que logro escuchar antes de que sus propios sollozos sellaran sus orejas y ningún otro sonido lograba entrar en el.

-Maldito...- susurraba para si mismo viendo todas sus pertenencias mas importantes destrozadas en donde podría guardar cualquier imagen o video, incluso las libretas estaban ya tiradas en el basurero al lado de la cama y no podía hacer nada para detenerlo, por primera vez en su vida estaba odiando y no era para placentero tener ese  dolo persistente en su pecho.

Al llegar a es academia nadie mas que los mayores lo molestaban, pues sus compañeros estaban a su mismo nivel de fuerza física, los meses fueron pasando y solo seguía la misma rutina de todos los días, como si estuviese siempre metido en sus propios pensamientos y su cuerpo sin darse cuenta entraba en modo automático.

-¡Katsuki¡- grito un hombre algo viejo con una voz gruesa, vio los obstáculos frente a el y al avanzar se quedo atascado en algunos, recibiendo unos cuantos regaños después de ser mandando a hacerlo todo de nuevo hasta que lo hiciera de la manera correcta.

Todo desde allí se volvió borroso y solo logro despertar cuando escucho el fuerte sonido de las armas justo frente a su ojos, temeroso miraba el arma que se encontraba entre sus manos y un miedo irracional lo consumió, su cuerpo completo temblaba mientras intentaba apuntar al objetivo, apretó el gatillo y la bala salio disparada hacia el pedazo de cartón, no estuvo ni cerca.

Fue allí cuando se dio cuenta, mientras observaba a sus compañeros graduarse, que si hacia todo al pie de la letra seria capaz de salir de una buena vez, su tío aun tenia parte de la tutoría pues fue el quien lo inscribió a la academia, si salia podría cortar todos los lazo.

Se esforzó por meses, su actitud fue cambiando y  no podía considerar a los humanos a su alrededor como humanos, se fue tomando las cosas mas enserio porque si lo hacia bien, podría salir, disparo con fuerza sin siquiera sentir algo de miedo en su interior, todos lo miraban con una sonrisa pero el no entendía porque.

No estaba feliz con esto, parte de su libertad fue arrebata y hacia esto por obligación, no encontraba que fue felicidad ni siquiera por un mínimo segundo.

[...]

Despertó con su respiración agitada y miro a su alrededor, aun se encontraba en la oficina pero la caja invisible que lo contenía ya no estaba, desorientado se levanto para encontrarse con un Victor algo lastimado. 

-Victor...- la vida pareció volver a su cuerpo mientras corría desesperado hacia los brazos abiertos del nombrado, el solo le dedico una sonrisa cansada y lo abrazo con la misma fuerza que el pelinegro lo hizo, se quedaron abrazados por varios minutos, el de cabellos plateados escondió su cabeza entre el cuello y hombre del mas bajo, hasta que finalmente hablo.

-Yuuri...mi vida- soltó mientras depositaba suaves y cariñosos besos en el cuello tibio del pelinegro, escuchar ese apodo que antes pesaba que era cursi, causa que las lagrimas cayeran desde sus ojos avellanas hasta dejar mojada el cuello del mas alto.

Se separaron para darse un lento beso y continuar abrazados por unos minutos mas.

-Pensé que ese seria el final- soltó Victor con su voz algo temblorosa, al entrar al edificio se encontró con solo un ángel que le dio una herida bastante profunda, el recuerdo volvió a su mente.

-No estoy aquí por ordenes de Dios, el ni siquiera hace acto de presencia- soltó con amargura mientras enterraba aun mas la lanza en el cuerpo del demonio, este solo se quedo en silencio para no decir que fuese a perjudicarlo.

-Acepta esta guerra Nikiforov, esto no tiene nada que ver con orgullo ni nada parecido, es lo que siempre nos ha correspondido, matar a esos ángeles caídos que fueron capaces de desobedecer

Eso fue lo ultimo que dijo antes de marcharse, si esto ya no tenia nada que ver con Dios, hacia que la situación para el y Yuuri fuese mas peligrosa, lo estuvo pensando por unas horas sobre que hacer, pues si incluso fuese hasta el lugar mas oculto del planeta ellos serian capaces de encontrar a Yuuri, en cambio si entraba a ese guerra estúpida de una buena vez y desaparecía de la vida del japones, este ultimo no sufriría ni un rasguño.

-Yuuri...- hablo algo indeciso- es tiempo de separarnos.

A Good Taste [Victuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora