3. Nikiforov

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La relajante música inundaba por competo el lugar, llevando a las personas que estaban dentro a un mundo desconocido pero integrantes, y que instintivamente los llamaba a adentrarse.

A cada momento veía a distintitas personas bailar sobre el escenario, y una de vez en cuando cantando, el peliplateado esperaba a ver algo demasiado tentador y hermoso como para llevarlo a otro lugar, pero por mas que se quedara y viniera todas las noches por ya mas de dos meses, no había nada que fuese demasiado bueno.

Ya desde hace un tiempo había visto a un chico pelinegro cantar de una manera única, veía como un montón de hombres se le insinuaban de una manera descarada, ya siendo demasiado un día, tenia planeado dejarlo hasta el final pero después de todo no logro resistirse a esa belleza única y al mismo tiempo tan común, cabello negro como la noche, piel pálida y unos ojos avellanas que hipnotizaban.

En Rusia no era común encontrarse a alguien así, la mayoría de las personas eran rubias o de un castaño muy claro. Tenia por seguro que si usaba algo del poder de Chris lograría tenerlo en sus brazos, pero no habría nada de divertido en aquello.

El chico ya había terminado de cantar y se quedo allí parado sobre el escenario recibiendo todos los aplausos, Victor se levanto de su asiento y fue hacia donde se encontraba el mas bajo, cubierto por un vestido y su cabellera peinada hacia atrás, dejando al descubierto su frente. Mientras mas se acercaba, se percataba del rubor en esas mejillas y un pálido rojo en sus labios, resaltando aun mas cada uno de sus rasgos.

Siempre había sabido que al ser demonio, su piel era extremadamente helada al tacto de los humanos, pero aquello era algo que no podía cambiar y tampoco quería hacerlo.

Tomo la mano del otro entre las suyas, dejando un casto beso sobre el torso de la mano del pelinegro, escucho un jadeo de sorpresa por parte del otro. 

-¿Le gustaría acompañarme?- pregunto con una sonrisa en su rostro, sin percatarse sus ojos cambiaron un poco de color, pero no al que usualmente usaba en su forma de demonio, esta vez eran oscuros, llenos de lujuria y pensamientos que dejaría para otro momento.

Yuuri se quedo mirándolo aun algo anonadado, no esperaba que Victor se dirigiera a el, tenia la oportunidad de entregarlo y sacar mas información, pero de repente todo pensamiento coherente se esfumo de su cabeza y sentía una gran presión en el pecho, sin estar seguro por si eso eran nervios o solo un enojo inmenso que no podía contener con facilidad.

Siempre había cantado en publico durante estos últimos meses, y rara vez hablaba hacia los espectadores, a menos que fuera para rechazar las preguntas tan fuera de lugar que le hacían la mayoría de las veces en que cantaba y cambiaba de atuendo.

Su mano aun seguía en contacto con la de Victor, sus ojos aun seguían conectados a los del pelinegro, y dentro de la cabeza de este ultimo aun había demasiado por procesar y pensar con claridad en el siguiente paso que haría.

Respiro de manera entrecortada, inhalar por esa cantidad de segundos no fue suficiente para su cuerpo pero no lo demostraba frente a ese mafioso, sabia que debía hacer algo pero no pensaba ni en sus peores pesadillas acostarse con ese hombre. 

-Vamos Señor...- le respondió al mas alto, esperando a que el otro respondiera.

-Nikiforov, Victor Nikiforov, un placer conocerlo...- imito la misma tonalidad de voz que el pelinegro había hecho anteriormente, Yuuri lo capto de inmediato y le siguió la corriente.

-Eros- se nombro a si mismo con ese apodo que había decidido utilizar, estaba por caminar y bajar las escaleras que estaban a un lado de escenario, pero de repente sintió una presión a cada lado de su cintura y su mirada se movió hacia el propietario de aquellas manos, esos ojos azules y profundos lo observaban de una manera extraña.

A Good Taste [Victuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora