TERCERA PARTE
Todos estamos en el arroyo, pero algunos de nosotros miramos a las estrellas.
Oscar Wilde.
(El abanico de lady Windermere)
—Chaewon, quiero que te concentres en este péndulo dorado. Observa cómo la luz se refleja en el metal. Tu mente se está relajando, te pesan los párpados. Deja que se cierren. Así, continúa respirando tranquilamente y con naturalidad. Imagínate el océano. El Atlántico. La calma. Eterna.
La serena voz de Jo Haseul se mezclaba con la tranquila imagen del océano que Chaewon acababa de formarse en su mente. Era la misma imagen que había estado viendo cada semana durante los últimos ocho años de terapia.
—Bien, estás relajada y a salvo. Dime desde dónde ves el océano. ¿Dónde estás ahora?
Chaewon miró por la ventana hacia las aguas grises.
—Estoy en el dormitorio. En la casa.
—¿En la casa de Francia?
—Sí.
—¿Y dónde exactamente está esa casa?
—No... no lo sé.
—Descríbeme el dormitorio como lo has hecho otras veces.
Chaewon se vio a sí misma girar en la habitación. Describió los colores de dos ambientes, la chimenea, los muebles, la cama. Entonces se puso nerviosa.
—Bien, tú relájate. Respira hondo. Estás a salvo. Yo estoy aquí, contigo. Cuéntame cosas de la cama.
—Es de matrimonio. De latón. Las sábanas y el edredón son de flores.
—Has dormido en esa cama.
—Sí.
—Y has mantenido relaciones sexuales en ella.
Una vez más, Chaewon volvió a ponerse nerviosa.
—He mantenido relaciones sexuales en esa cama.
Todo eso lo había recordado ya en las demás ocasiones, eran retazos de recuerdos revividos tras largos años de duro trabajo.
—¿Con quién?
—No... no lo recuerdo.
Estaba asustada, simplemente quería escapar.
—Bien. Respira hondo todo el tiempo, aspira por la nariz y espira por la boca. No voy a permitir que nadie te haga daño. Dime qué más cosas recuerdas acerca de esa cama.
Chaewon se puso en pie mentalmente y miró la cama.
—Es mía —dijo, sin saber muy bien porqué.
—Quiero que te acerques a ella y acaricies las sábanas. ¿Quieres hacer eso por mí?
Chaewon asintió. Se acercó a la cama y las yemas de sus dedos tocaron el suave algodón por centésima vez.
—Siéntate en la cama.
Chaewon se sentó. El colchón se hundió un poco bajo su peso. Todo aquello le resultaba muy familiar.
—Chaewon, túmbate sobre la cama.
Eso hizo renacer en ella el pánico, que surgía desde el estómago.
—Estás perfectamente a salvo. Solo estamos recordando, igual que hemos hecho otras veces. Túmbate.
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Descendiente de la oscuridad | Hyewon
FanfictionHay una mujer, la veo. La muerte sonríe tras su rostro, me seduce con vino. Encarna mis más ocultos deseos. Ciega, seguiría viendo tus llamas. Hay una mujer, la veo. La muerte se esconde tras su sombrero, me seduce con sonrisas. Y mi corazón es su...