Cap 5: No son celos... claro que no

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-No sabía que tenías una hija- Menciono Izuku cuando salía del baño mientras secaba su cabello verde. Bakugo lo miro molesto por lo sucedido con Mahoro. - Se parece mucho a ti... - Aunque solo era por el mismo color de cabello. Conocía obviamente la historia, aunque solo superficialmente... ¿Tan delicado era el tema que no quería hablar sobre ello con él? Talvez sería para otro ocasión.

- Cambiaremos la salida para otro día, como puedes ver afuera. - El principe de asomó al balcón. Bakugo empezó. Explicar la situación. -Desorden y mucho vino... hazte una idea de cómo termina- habló el emperador. Izuku lo miró con algo de inquietud. La nueva información no se le hacía para nada grata. Ahora en realidad, no podía seguir quejándose. Sí, cuando el rubio le había anunciado que ya no saldrían, se había opuesto por completo. En ese momento, en cambio, la situación se le hacía un poco más lógica.

-Comida, vino... es obvio que termina con... sexo- susurró. A decir verdad, la cultura de los dragones ya no le parecía nada interesante. Al parecer, todo ahí se resumía a una palabra: lujuria. -Pero, si es una celebración religiosa... ¿no deberías ir?- preguntó luego. Miró al rubio, quien estaba sentado a su lado, sobre la enorme cama.

-No es una celebración religiosa. Quienes la realizan utilizan a Dionisio como excusa solamente- explicó el soberano. Se sentía algo tonto dando aquellas explicaciones, pero consideraba que el menor tenía derecho de saberlo. Sobre todo si iba a vivir allí. Aunque bueno, eso aún no estaba decidido.

-Y Dionisio es...-

-Nuestro dios del vino- Izuku asintió. Así que en palabras simples, ese día estaba dedicado a Dionisio, y los dragones utilizaban esto como una excusa para realizar esa... fiesta, sí es que así se le podía llamar. A su punto de vista, el término 'orgía', sería el más acertado. Orgía con mucho vino, claro. Se mordió el labio, no queriendo siquiera pensar en eso. Sí, Moria siempre se había caracterizado por ser un reino culto, claro, que existían excepciones. Algunas excepciones un tanto... sexuales. Aún así, no eran tan exageradas como las de Nidhug.

-Está decidido, no conoceré la ciudad hoy- afirmó el joven. Definitivamente, no pensaba salir ese día. ¿Para qué? Para encontrar personas ebrias en todas partes?

-Sería demasiado para un educado y culto elfo- habló el rubio, con cierto tono de burla. Izuku lo miró molesto, pero el rubio ni siquiera lo observó. En cambio, se levantó, dándole por segundos la espalda al menor, quien no se movió. -Mañana podrás conocer la ciudad. Por ahora, alístate. Me acompañarás a comer- afirmó el emperador. Izuku lo miró entonces con cierta sorpresa. No había esperado aquella invitación. Bueno, en realidad había sonado más como una orden. De igual forma, sería la primera vez que se sentaría a comer al lado del dragón.

-¿Alistarme en qué sentido?- preguntó sin embargo. ¿Debía verse bien por algún motivo? Porque fácilmente podía ir como estaba.

-Tres de los ancianos estarán allí. No sé si será su caso, pero algunos de ellos no están contentos con tu llegada, aunque creo que eso ya lo sabes. Simplemente debes dar una buena impresión- explicó. El menor asintió, estando al parecer de acuerdo con el rey.

-Será fácil- afirmó. El rubio al fin lo miró, dándose la vuelta. El elfo sonrió, levantándose de la cama y acercándose al emperador. -Si logré impresionar al rey de Nidhug, de seguro les daré una buena impresión a esos hombres- susurró. El rubio alzó una ceja. ¿El elfo lo había impresionado? No recordaba haber afirmado algo como eso. Pero nuevamente, de seguro el menor solo hablaba con sarcasmo.

-¿Y puedo saber de dónde sacaste esa idea?- preguntó. El menor rió, siempre con burla. Para sorpresa de Bakugo, o tal vez no tanta, el elfo enredó sus brazos alrededor de su cuello, abrazándolo suavemente.

Seduciendo al dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora