Cap 21: Guerra y desconsuelo.

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El silencio que reinaba en el lugar no le permitía comer a gusto, sin mencionar que había perdido el apetito desde minutos atrás.

Se concentraba entonces en mirar hacia la pared más cercana y veía de reojo las acciones del dragon, quien tampoco parecía tener mucho apetito de hecho, parecía estar perdido en sus pensamientos, lo único que le había visto tomar era el vino que se encontraba dentro de una copa de oro.

Decidió dejar de admirar la pared y permitió que sus ojos se concentraran de lleno en la mano vendada del emperador.

- ¿Qué le sucedió a tu mano? -se atrevió a preguntar rompiendo con el incómodo silencio.

-No has comido nada- Izuku rodo los ojos cuando recibió una respuesta muy diferente a la que esperaba.

-No tengo hambre solo quiero saber qué le pasó a tu mano- insistió. No se daría por vencido tan fácilmente.

Hubo silencio por unos momentos el gobernante pareció concentrar su atención en los hermosos mosaicos del piso, que mostraban coloridas imágenes que tan solo demostraban lujo y riqueza.

Un suspiro de aparente resignación escapó de su boca, un gesto que extrañó al elfo.

-¿Katsuki?-

-Ofrecí una ofrenda de sangre a uo de los grandes dragones, no es nada grave- afirmó el rubio.

Izuku dejó escapar un suspiro de alivio aunque no tenía en claro si se sentía aliviado por saber la razón detrás de la mano vendada del rey o por el hecho de que Bakugo finalmente le contestó.

Sin embargo el alivio duró poco, la situación aún se le hacía tensa sabía claramente que algo le estaba ocultando el rubio y realmente no pensaba que fuera algo bueno.

-¿Qué sucede? Has estado actuando extraño desde hace días- Al fin, decidió volver a insistir con ese tema. -Y me atrevo a decir que todo esto tiene algo que ver conmigo. Me has estado ignorando todos estos días- agregó acomodandose en su asiento.

El emperador no dio palabra sabía bien que no podía retrasar más el asunto, pero no sabía cómo empezar.

Aunque bueno, si lo pensaba detenidamente, estaba claro que lo más importante para Izuku era su familia. Así que imaginaba que después de informarle al joven acerca de la muerte de su padre, no tendría que dar más explicaciones. Al elfo ciertamente no le interesaría saber que se iría a la guerra.

No quería admitirlo, pero muy dentro de sí, sentía casi envidia por aquellos afortunados elfos que siempre ocuparían el primer lugar en la vida del peliverde.

¿Pero qué podía esperar? Izuku había llegado a Nidhug por obligación, el príncipe tan solo estaba cumpliendo con su deber.

Él era el idiota, que se había dejado embelesar.

Se permitió a sí mismo sonreír con ironía. ¿Estaba aceptando acaso aquello que se había empeñado en negar? ¿Que quizás el joven que estaba a su lado, mirándolo con tanta confusión que era casi adorable, ocupaba gran parte de un corazón que nunca pensó que poseía?

-Kachan, ¿qué sucede?- insistió el menor.

El rey finalmente lo miró a los ojos. Estaba claro que el príncipe no desistiría esta vez. Y ya conocía ese lado obstinado de Izuku. El elfo seguiría preguntándole hasta el cansancio.

De todas formas, no era esta una situación de la pudiera escapar.

Quién lo diría. Él era el emperador, había hecho cosas crueles en su vida. Había asesinado, planeado guerras en las que morían miles de personas y sin embargo, le costaba decirle a Izuku algo tan simple, y que tenía tan poco significado para él. La muerte del rey, el gran heroe de Moira no le afectaba en nada all contrario era una gran oportunidad que estaba desaprovechando intencionalmente.

Seduciendo al dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora