Cap 12: Feliz cumpleaños

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—¿Terminaste?— preguntó el gobernante, mirando con semblante serio al enfurecido joven. Sí, su semblante se notaba frío, pero por dentro, no podía dejar de reír. Y es que la pequeña escenita que estaba montando el elfo era sumamente graciosa a su punto de vista.

—No. No he terminado. De hecho, estoy empezando. ¡Debiste habérmelo dicho!— le reclamó el ojiverde, su rostro completamente enrojecido. Por la furia o por la vergüenza, no había manera de saberlo.

El combate de gladiadores había terminado tiempo atrás. De hecho, el sol estaba pronto a ocultarse.

Y en ese momento recorrían nuevamente el Foro, ésta vez con más calma, y claro, con más preguntas de parte de Izuku, quien a cada momento preguntaba por el nombre de cada edificación y monumento. Había necesitado toneladas de paciencia para contestar todas y cada una de las interrogaciones del menor, después de todo, sabía bien que el joven tenía derecho de preguntar, además, aquello demostraba que el príncipe estaba disfrutando el día, lo cual era bueno.

Aunque las preguntas del joven habían cesado, gracias al presente tema.

Pensándolo bien, si le hubiera dicho antes a Izuku aquello que el joven le estaba reclamando en ese momento, tal vez les hubiera evitado a los guardias un día lleno de ejercicio y se hubiera evitado a sí mismo toneladas de estrés.

—Estás exagerando— habló, con tanta calma que hizo que la indignación creciera dentro del príncipe.

—Eres… no puedo... eres tan… voy a…— intentó decir, apretando los puños sobre las riendas del caballo.

—¿Piensas terminar alguna de esas oraciones?— preguntó el emperador, nuevamente con calma. Era la segunda vez en ese día que el elfo no podía terminar de decir ideas claras.

Izuku miró al rubio, su mirada casi lanzando puñales.

-¡Debiste habérmelo dicho! Es decir, qué hubiera sucedido si de pronto… de pronto… ¡no quiero ni pensarlo!— exclamó el joven, más tentado que nunca de lanzar al rey de su caballo. Después de todo, lo tenía más que merecido.

—Por esa razón insistí en recorrer la ciudad a caballo y no a pie— afirmó.

—¿Y qué diferencia representa eso? Todo viene… ¡de arriba!— insistió. El rubio suspiró. A decir verdad, el asunto ya estaba siendo molesto.

—Toda Nidhug sabe que su emperador acostumbra salir a caballo a la ciudad. Nadie se atrevería a dejar caer sus… pertenencias si ven un caballo. Además, éstas son mis mejores ropas, no iba a ensuciarlas— explicó. Izuku rodó los ojos.

Todo aquello se resumía a un pequeño detalle que Bakugo le reveló momentos atrás. Mientras recorrían la ciudad, había notado que la mayoría de las personas llevaban una manta cubriendo sus cabezas y sus ropas. Pero había descartado preguntar, pues pensó que solo era la costumbre de allí. Sin embargo, ahora el rubio  le había explicado el por qué de aquel detalle. Al parecer, al tener las construcciones más de un primer piso, las personas que se encontraban en los niveles más altos se negaban a bajar para tirar su basura… y en cambio, simplemente la arrojaban por la ventana. Así de simple y sin importar quien estuviera pasando por el lugar en el momento.

Por los dioses, ¿qué clase de cultura tenía esa gente? Su nivel de pereza era exagerado.

Sí, había notado que las calles no eran las más limpias del mundo, pero en Moira tampoco brillaban de limpieza los caminos. Jamás hubiera imaginado que la contaminación allí se debía a que las personas tiraban la basura desde arriba.

Era normal que las calles estuvieran sucias, pero, ¿lanzar la basura por la ventana? Eso ya era demasiado.

Y lo peor, es que en más de una ocasión él se había bajado de su caballo, así que había estado 'expuesto'. Por esa razón, era que le estaba reclamando al gobernante.

Seduciendo al dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora