Rodó los ojos por enésima vez. La presente situación le demandaba exagerada paciencia.
En ese momento, se encontraba junto a Izuku en medio de la ciudad. O bueno, tal vez la palabra 'junto' no era la correcta. Pues el elfo se apartaba seguido. Cuando veía algo que le llamaba la atención, se bajaba de su caballo y caminaba hacia allí.
Les estaba dando una dura tarea a los guardias que lo custodiaban. Los pobres hombres debían casi correr para mantener el paso del ojiverde.
Normalmente, cuando salía a la ciudad, su escolta consistía tan solo de tres soldados: Kirishima, Denki y Sero. Ésta vez, sin embargo, siete guardias los acompañaban. Aunque, ahora que veía bien la situación, se arrepintió de no haber hecho que al menos quince soldados los acompañaran.
-¿Y éste de quién es?- Entre todo aquel bullicio escuchó la voz de Izuku. Era como la octava vez que el joven preguntaba aquello.
El ojiverde tenía un collar en su mano, mientras observaba con curiosidad el medallón de éste.
Frente al joven había más collares. Sencillos realmente. Una simple cuerda que portaba un medallón como dije. Y en cada uno de ellos, aparecían ya fueran dioses o anteriores reyes de Nidhug.
Era bastante obvio que el elfo sentía curiosidad por saber quién era el personaje que se encontraba en el medallón.
-¿Dagda?- preguntó luego, al leer las palabras que se encontraban en los bordes del circular objeto.
-El dios dragón encargado de las leyes y el orden. Podría decirse que es nuestro dragón principal- explicó la mujer que vendía todo aquello, Su edad era de tal vez unos treinta y tantos. Era poco atractiva, de cabellos castaños y ojos negros. El moño en su cabello parecía haber sido hecho de manera apresurada, y su ropa era sencilla, compuesta por un simple vestido y sandalias.
Izuku asintió, dejando el collar en su lugar y buscando algún otro que le llamara la atención.
El rubio rodó los ojos nuevamente al ver esto. Izuku simplemente no pensaba moverse de allí en un tiempo cercano, ¿cierto?
Pero, no podían estar ahí todo el día. El combate de gladiadores estaba cerca de comenzar y no deseaba llegar tarde.
Se bajó entonces del caballo, caminando hacia el joven. Los guardias de inmediato le abrieron paso entre la gente, dejándole el camino libre. Mientras caminaba, sacó de sus ropas una pequeña bolsa, y de ellas cuatro monedas de plata.
-Katsuki- susurró Izuku al notar al gobernante. Por su semblante era fácil descubrir que estaba sorprendido.
El rey no dijo nada en ese momento, y en cambio, le entregó las dos monedas a la mujer, quien después de una leve inclinación en forma de reverencia las aceptó y le agradeció por ellas. Después de esto, el gobernante volvió su atención al elfo.
-Escoge uno. Y apresúrate- le dijo. Los ojos del príncipe parecieron brillar ante esto. Asintió de inmediato, mirando nuevamente los collares con atención, y apenas notando que el emperador se había alejado.
Observó cada uno de los collares, mirando los nombres que mostraban. Estaba seguro de que le iba a ser difícil decidir. Había muchos de donde escoger.
Pero entonces, sus ojos encontraron al fin el indicado. Sonrió abiertamente, tomando el collar en su mano. Lo miró por unos segundos, convenciéndose aún más de que ese sería el que llevaría.
-Me llevó éste- le dijo a la mujer, quien asintió.
-Gracias- le agradeció. El elfo tan solo asintió, dándose la vuelta y caminando hacia donde estaba su caballo. En el camino, se colocó el collar alrededor de su cuello. Imaginaba que debía verse muy contrastante, un collar tan sencillo rodeado de todo el oro que estaba usando. Pero sinceramente, no le dio importancia alguna a esto.
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Seduciendo al dragón
FantasyEl mundo ha sido conquistado por los salvajes humanos que sedientos de más poder solo sería cuestión de tiempo para que decidan tomar la hermosa isla de Erza; el lugar está poblado por dragones, elfos, druidas, reptilianos y demás seres mágicos. Par...