Cap 24: Entregando el corazón.

429 43 19
                                    

Advertencia: en este capítulo se describirá el acto sexual, si no te gusta o eres menor de edad por favor abstente de leer.



No sabía exactamente por qué, pero en ese preciso instante tenía esa extraña sensación de sentirse como una mujer.

Sus mejillas se ruborizaron al pensar en eso, aunque no era posible saber si la causa yacía en el enojo o la vergüenza.

Una mujer. Sonaba bastante gracioso. Pero si no quería compararse a sí mismo con una delicada fémina... ¿por qué estaba haciendo eso? ¿Por qué se alistaba, maquillaba, vestía, como si fuera una muchachita virgen que estaba a punto de casarse?

Negó con la cabeza repetidas veces, intentando sacarse esa vergonzosa comparación de sus pensamientos.

Mientras hacía tal acción brusca, se escuchó una baja exclamación de sorpresa. Dicha interjección provino de la sirvienta que en ese momento le estaba aplicando delineador a los ojos del príncipe. Ante tal movimiento del elfo, estuvo muy cerca de arruinar el maquillaje que tanto le había costado colocar. De hecho, por muy pocos centímetros, se salvó de no manchar el lado izquierdo del rostro del peliverde con aquel tinte negro.

No pudo evitar suspirar con alivio al ver que no había hecho tal daño. No quería ni pensar en lo que le sobrevendría si manchaba el perfecto rostro del elfo.

El príncipe no pareció notar el predicamento de la sirvienta. Su atención estaba en el espejo que se encontraba frente a él. Joyas, oro y sus mejores ropas.

Solo era una cena, como muchas otras que ya había tenido al lado del emperador.

¿Por qué se empeñaba tanto en lucir bien?

Muchas cosas habían cambiado, lo admitía. Estaba enamorado del dragón, y se lo había hecho saber en un momento que definitivamente pudo haber sido otro y mejor. Pero el punto era, que lo aceptaba. Finalmente aceptaba lo que sentía y no se avergonzaba de sentirlo.

¿Pero qué tenía que ver eso con tomarse más de una hora para arreglarse?

-Izuku, sino sales en este instante, iré a cenar yo solo- La voz del emperador se escuchó por detrás de la puerta.

Rodó los ojos ante la amenaza del rubio, esta era la quinta vez que el draconiano le repetía lo mismo.

Pero aún no estaba listo.

- ¿No puedes tenerme un poco de paciencia? - respondió.

- ¿Paciencia? He estado más de una hora aquí esperándote- Suspiró, mientras intentaba arreglar un mechón verde que simplemente se negaba a acomodarse.

Está bien, quizás él estaba tardando más de lo debido. Quizás no debió de pedirle a la sirviente que le quitara el delineador y se lo volviera a poner porque a su parecer no había quedado como debía hacer, cuando en realidad estaba más que perfecto. Y tal vez, y solo tal vez, no debió de repetir eso dos veces más.

Cabía también la posibilidad de que tardara demasiado eligiendo qué prenda ponerse. De hecho, se probó casi toda la ropa que tenía. Katsuki lo mataría si supiera que le costó decidir algo tan simple como qué color de cinturón debía de tener el faldellín.

Y ni siquiera se atrevía a mencionar el asunto con las joyas. Ninguna se veía bien. Demasiado vistosas, demasiado simples. No combinaban con lo demás, o combinaban tanto que se veía monótono.

Ahora que lo pensaba, quizás Katsuki sí había sido bastante paciente.

Suspiró con resignación. Aún no se veía como quería verse. Pero si Katsuki tanto insistía, tendría que soportarlo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Seduciendo al dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora