the golden cage 『❀』chaelisa

O1: 𝒯𝑜𝒹𝑜𝓈 𝓈𝑜𝓃 𝓊𝓃𝑜𝓈 𝒻𝒶𝓁𝓈𝑜𝓈

"Todos son unos falsos"

O1

"What's my name do you remember?"

UPSAHL

Chaeyoung

Hoy fue el segundo día del velorio de Kunpimook, ya mañana se realizaría el funeral. Pero no quise ir, me quedé en mi casa, de todos modos, tenía el día libre por duelo, volvería a la oficina el lunes.

Me había cambiado de ropa, eran cerca de las diez de la mañana y, con mi té entre mis manos, escuchaba la radio. No conocía el nombre de la canción, pero sabía que estaba escuchando a Coldplay. Lo sabía, porque a ella le gustaba esta canción y siempre me decía lo mismo: "No me gusta Coldplay, pero esta canción me fascina".

Chasqueé la lengua. Por más que intento olvidarme de ella, solo termino recordándola. ¿De qué me sirvió ir a terapia durante dos años enteros? Quizás tengo que volver a hablar con mi terapeuta, no es posible que haya un retroceso en mí. Tal vez, el volverla a ver también me haya afectado.

Bajó de peso, se le nota más cansada, pero seguía teniendo el mismo peinado y la misma mirada penetrante. No cabía duda, en ese momento, sí era ella. Lalisa sí hizo su extravagante aparición dejándonos a todos helados. El ambiente se cortaba con un cuchillo de mantequilla.

Como si nada, había dicho que traía dinero, ¡y es más! Aseguró, poniéndose de rodillas, que se trataba de dinero blanco, eso quería decir, que sabía lo que todos estábamos pensando en ese momento cuando la vimos llegar. Nadie sintió confianza de esos dos maletines llenos de dinero. ¿Cómo podría tener tanto si era dinero blanco? Quizá si relacionamos el "blanco" con algún tipo de droga, no sería un disparate que lo presentara de esa manera.

—Esa fue "Trouble" de Coldplay, en este día viernes. El otoño cada vez se siente más presente en nuestro país...

La locutora radial empezó a hablar sobre el pronóstico del tiempo, me puse de pie y fui a dejar mi taza medio vacía en el lavaplatos. Fruncí mi nariz, pero no porque fuese a estornudar. No tenía nada que ver con eso. La verdad, es que yo misma estaba muy frustrada con esta situación, porque lo que viví ayer se estaba repitiendo en mi mente como un comercial con una desagradable y pegajosa canción.

—¿No te da vergüenza estar acá? -recuerdo que preguntó Eunha, una excompañera de la escuela, de cabello oscuro, liso y tan largo que le llegaba a la altura de la cintura-. ¿Cómo es que tienes la cara para presentarte en una instancia familiar?

Eunha no tenía pelos en la lengua, y es precisamente por eso que no me agradaba del todo. Y es que el problema no era que dijera lo que pensaba, sino que era la forma en que lo hacía. No quería defender la presencia de Lalisa ni nada por el estilo, yo también me preguntaba qué carajos estaba haciendo ahí. Sin embargo, Eunha se había autoproclamado como la figura organizadora del velorio, dijo dónde debían colocarse las flores, designó roles para repartir el café y utilizó a la estúpida sin gracia de Hyejoo, la chica de cabello más claro que estaba a su lado, más delgada y blanca que ella, pero con esa misma apestosa aura de grandeza, y solo porque trabajaba para una reconocida empresa de celulares y ahora tenía su auto propio.

El ego de algunas personas me pudría mucho más que la presencia de una maldita delincuente.

—Si no quieren recibir el dinero ahora, lo entenderé. Fue demasiado imprevisto —habló Lalisa, quien no se había inmutado en voltear para ver el rostro de aquella persona que la estaba confrontando—. Me gustaría que tuvieran en mente una sola cosa: Kunpimook, no, Bambam y yo fuimos siempre muy buenos amigos. Él estuvo para mí cuando necesité una mano amiga; es por eso que me presenté ante ustedes.