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Yang Jeongin es un chico muy apuesto que cursa el segundo año de preparatoria, siendo sumamente requerido tanto por chicas como chicos, bendecido con una sonrisa encantadora, promedios excelentes y una familia perfecta. Pe...
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En una ocasión cuando Seungmin caminaba por el pasillo que llevaba al salón de los profesores, observó a Jeongin con el rostro afligido, el cual se encontraba recargado de la pared como si estuviera esperando a alguien. Kim prefirió guardar las distancias y fue entonces cuando notó a una mujer salir del salón de profesores a la misma vez que sus labios formaron una malévola sonrisa. Jeongin miró a la mujer cual cachorrito triste. Al parecer ella tenía alguna autoridad sobre él.
»—Jeongin, acabo de hablar con tu profesor, así que no te preocupes. Tus calificaciones no bajarán.
»—Gracias, madre.
Aquel susurro melancólico pareció más un pesar que agradecimiento.
Entretanto, Seungmin no podía creerse aún lo que sus oídos habían escuchado. A su mente llegó el recuerdo del rumor que una vez escuchó acerca de que la madre de Jeongin le pagaba a los profesores para que este obtuviera siempre buenas calificaciones. Sorprendentemente, los rumores resultaron ser verdaderos. Eso no solo significaba el descubrimiento de la imperfección de Jeongin, sino también la rendición suya; aunque, para ser sinceros, todavía no tenía ganas de abandonar su búsqueda. Quizás los errores no eran lo que más buscaba. Quizás estaba buscando otra cosa.
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Seungmin y Jeongin se encontraban en el área de educación física. Había sido un día totalmente agitado para Kim, sobre todo porque la resistencia física no era lo suyo. Jeongin, a diferencia de él, corría con una confianza plena en sus acciones, lo cual hacía que todos apreciaran cuán bueno era en esta área. Se podría decir que incluso se divertía, pues la sonrisa que le mostraba a todos parecía muy real.
Seungmin, en cambio, comenzaba a agobiarse. En cada ocasión que corría o hacía cualquier tipo de ejercicio físico, se sumaba a sus memorias un nuevo trauma. Así fue como poco a poco fue perdiendo la estabilidad, el aire le comenzó a faltar, sus piernas le temblaban. En un momento de gran debilidad, su cuerpo le falló, lo cual ocasionó su caída al suelo; seguido de ello, un raspón apareció en su rodilla derecha. Al parecer, una pequeña y casi invisible roca había frenado su caída.
