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Yang Jeongin es un chico muy apuesto que cursa el segundo año de preparatoria, siendo sumamente requerido tanto por chicas como chicos, bendecido con una sonrisa encantadora, promedios excelentes y una familia perfecta. Pe...
—¿Entonces fue ese momento en el que te comencé a gustar? —preguntó Jeongin, con un inmenso rubor apoderándose de sus mejillas.
—Sí, ¿algún problema con eso? —Hizo un puchero.
—No. —Rio con nerviosismo—. ¿Y por qué decidiste comenzar a acosarme?
—¿Quieres saberlo realmente? —Jeongin asintió—. Fue porque necesitaba llamar tu atención. Después de lo sucedido en la enfermería dejaste de hablarme, pero en realidad no fue solamente eso; de verdad habías comenzado a ignorarme. Siempre que quería hablarte hacías como si yo no existiera y eso no imaginas cuánto me dolía. —Jeongin sintió a la culpabilidad recaer sobre su alma—. Muchas veces me cuestionaba si gustar de ti era correcto, por lo que constantemente recurría a mi empleada Minji y le pedía consejos.
»Siempre terminaba convencido de que era mejor pasar de ti y buscar a alguien más; pero cada vez que mi mirada se encontraba con tu silueta, no podía evitar querer avalanzarme sobre tu cuerpo y decirle al mundo una y mil veces que te amaba. Mas tú siempre me rechazabas.
—Lo hice porque tenía miedo.
—¿Qué dijiste? —preguntó Seungmin confundido.
—Desde la primera vez que te vi me pareciste un chico lindo. A veces... a veces simplemente llegaba tu rostro a mi mente. Quería conocerte; sentía curiosidad por ti. Era por eso que en muchas ocasiones me ofrecía a ayudarte. Pero aquella vez en la enfermería sucedió algo que no debía repetirse bajo ningún concepto.
—¿Algo?
—Hiciste que mi corazón latiera por ti y tal hecho solo podía significar una cosa... Seungmin, tú... me gustaste.
—¡¿Qué?!
—Pero no te hagas ilusiones, eso fue solamente en el pasado —se apresuró a explicar—. Actualmente no me gusta nadie.
—¿Y piensas que me creeré eso? —Se fue acercando a Jeongin.
—Claro, es lo que hay, ¿no?
—Serás... —Comenzó a correr detrás de Jeongin por toda la habitación, hasta que ambos se detuvieron porque estaban exhaustos.
—Seung...min, ¿por qué dijiste que no te gustaban las personas hermosas?
—Porque... —estaba sofocado— hace mucho tiempo me enamoré de alguien así y terminé convirtiéndome en un juguete con el que se divirtió y luego deshechó.
—Oh... comprendo —dijo en voz baja—. Seungmin...
—¿Qué?
—Gracias por haber venido.
—Gracias a ti por no alejarme.
«Quizás es pronto para decir te amo, pero mientras solo diré: gracias por todo», dijo Jeongin en su mente.
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