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Yang Jeongin es un chico muy apuesto que cursa el segundo año de preparatoria, siendo sumamente requerido tanto por chicas como chicos, bendecido con una sonrisa encantadora, promedios excelentes y una familia perfecta. Pe...
Finalmente las actividades extraescolares cesaron. Jeongin y Seungmin tuvieron que separarse para regresar a sus respectivos hogares e institutos, no sin antes prometer que se reencontrarían sin falta. Al cabo de unos días, la aburrida rutina del peli azul regresó. Todavía no podía hablar con Felix o al menos no en público. Por el momento solamente podía quedarse sentado en un banco, mientras imaginaba y recreaba en su mente cientos de situaciones. Antes de lo que pensó, aquella fase de aburrimiento y tranquilidad terminó.
—¿Desde cuándo has estado esperando? —le preguntó una hermosa voz.
—No importa cuánto se necesite esperar. Si es por ti, esperaría una eternidad y más.
—¿Acaso le robaste el libro de frases románticas a Jisung? —Rio ligeramente.
—La ardilla no tiene esa clase de libros. En realidad... tomé la frase de la televisión. —Se sobó la cabeza nervioso—. Seungmin, prometí que esta vez te sorprendería.
—Está bien. Sigue así. —Le besó la mejilla—. Amo cuando te pones romántico, pero eso no cambia mis ganas de molestarte.
—Hay algo más —habló Jeongin con un poco de timidez y, a su vez, seriedad. Se sacó una cajita del bolsillo, por lo cual Seungmin se mostró muy expectante y ansioso—. Durante estos dos meses que pasaron, no pudimos vernos de manera presencial y eso me entristecía mucho. Tampoco pude estar en tu cumpleaños, pues no logré viajar a tiempo. Pero espero que estos anillos puedan compensar el tiempo que estuvimos distanciados. —Le mostró unas sortijas doradas, las cuales parecían un vínculo más allá de aquel romance que compartían.
—Yo también he traído algo —afirmó Seungmin, por lo que Jeongin no pudo evitar emocionarse—. He traído muy pero muy escondido en mi corazón mi amor por ti. —Soltó una carcajada y el peli azul se cayó muerto de la vergüenza. No debería haber imaginado tantas cosas—. ¿Estás listo, Jeongin?
—¿Eh?
—¿Estás listo para ponerle fin a esto?
—Sí.
—Entonces ven a aquí —dijo Seungmin, abriendo sus brazos para envolver a su chico peli azul—. Ante todo, quiero que sepas que te amo y que...
—Yo también te amo —susurró antes de atrapar los labios contrarios y comenzar a degustar del sabor ajeno. Sí, la añoranza era muy poco para lo que había sentido por aquel maravilloso chico.
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Jeongin y Seungmin se encontraban al frente de la casa del primero. Estaban un poco rígidos y tensos, pues sabían bien que el final se acercaba. Caminaron hacia el interior. Parecía que no había nadie por todo aquel lugar. Cuándo finalmente Yang abrió la puerta, agarró la mano de Kim y le invitó a entrar. Seungmin se sintió fuera de lugar dentro de la casa. El ambiente turbio e inhóspito le obligaban a quererse ir, pero no lo haría.
