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Yang Jeongin es un chico muy apuesto que cursa el segundo año de preparatoria, siendo sumamente requerido tanto por chicas como chicos, bendecido con una sonrisa encantadora, promedios excelentes y una familia perfecta. Pe...
Advertencia: En este capítulo habrá contenido sexual narrado ni sé cómo llamarle. Si no es de su agrado, pues sáltese la parte final del capítulo. Perdón por las molestias.
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Para Seungmin y Jeongin todavía parecía mentira que una simple excursión como esa les haría recuperar aquello que sus corazones habían perdido y anhelado con locura. Sí, ahora que eran acompañados por su ser más querido, podían sentirse libres de la gran cantidad de pesares que acarreaban sus almas en su interior. Sentir la candidez y calor ajenos era esencial para ello, por lo que ambos procuraron no separarse. Prefirieron sentarse sobre el montón de hojas mientras entrelazaban sus piernas.
—Lo siento —dijo Seungmin mientras rodeaba con sus brazos a Jeongin, quien tenía la cabeza apoyada en su hombro.
—¿Por qué te disculpes? —murmuró. Se negaba a soltar la cintura de Seungmin; al contrario, se aferró todavía más a esta.
Seungmin miraba el tupido bosque a la misma vez que meditaba su respuesta. Era difícil, muy difícil en verdad. Expresar todo lo que guardaba se le dificultaba más de lo que imaginó. Sus ojos se posaron finalmente sobre Jeongin, quien ahora le observaba con una fijación inmensurable. Antes de hablar colocó sus manos sobre los hombros de su peli azul. Necesitaba que este le diera la fuerza suficiente para hablar.
—Te hice mucho daño, un daño quizás innecesario —admitió Kim con pésame.
—¿A qué te refieres? —Le miró con el ceño fruncido. No entendía mucho.
—¿Qué crees que es lo peor que podría pasarte?
—No estoy seguro. Quizás sufrir un accidente automovilístico. No lo sé.
—En mi caso... —suspiró— tuve miedo de que te quedaras solo; de que mi presencia pudiera ser el causante de tu amargura y soledad. Temí... temí que comenzaras a odiarme por eso.
—¡¿Qué estás diciendo?! —preguntó Jeongin. Se exaltó en demasía—. ¿Cómo se te ocurre decir que yo... que yo podría odiar...?
—Tu madre contactó conmigo.
—¿Qué?
—Ella me dijo que si no me alejaba de ti, haría que poco a poco te fueras quedando sin amigos, que sintieras la angustia de encontrarte sin esas personas, que te convirtieras en un ser infeliz y que, por encima de todo, yo me sintiera con la carga de haber sido quien lo provo...
—Seungmin, ¿de qué estás hablando? —le interrumpió. Le agarró del rostro para que no apartara la mirada—. A tu lado yo jamás podría ser infeliz. Con solo tenerte a ti... es... suficiente para mí.
—Eso es lo que crees —expresó con voz dulce, acariciando la tersa piel de Jeongin—. Sé que piensas que yo soy lo único que necesitas para ser feliz, pero sabes que no es así.
