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Yang Jeongin es un chico muy apuesto que cursa el segundo año de preparatoria, siendo sumamente requerido tanto por chicas como chicos, bendecido con una sonrisa encantadora, promedios excelentes y una familia perfecta. Pe...
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—Jeongin, ¿cuándo aprenderás a valorar el arte que eres? —aseguró Seungmin con mirada firme.
Jeongin se quedó estático ante las palabras de Seungmin. Asimismo, podía sentir con facilidad cómo el corazón del peli castaño se aceleraba al decir aquello; no obstante, su rostro se mantenía serio. Al parecer, se tomaba muy a pecho lo que decía. Inconscientemente, Jeongin sonrió. Cuánto quisiera que esos sentimientos de Seungmin fueran reales, que no se tratara meramente de una atracción física. Pero era demasiado tonto pensar que en verdad había algo atractivo en su personalidad.
—Seungmin, quisiera creerte, pero... no consigo encontrar algo en mí que no sea belleza física. Y, a pesar de eso, ni siquiera me considero tan hermoso.
—Ahhhh. —Se frotó la cabeza—. ¿Cómo puede ser posible que te aprecies tan poco?
—Buena pregunta —dijo Jeongin y miró hacia el piso—. Supongo que es porque realmente no hago nada bien.
—Jeongin, mírame —demandó, cuando hubo agarrado el rostro del peli azul para que no apartara la vista—. Eres maravilloso por donde sea que se te vea, así que... —Jeongin le miró atento— así que no te des menos valor del que tienes.
—Seungmin...
—Me refiero a... ¡quiére...! —Seungmin no pudo acabar la frase, pues esta vez fueron los labios de Jeongin quienes le hicieron callar.
Jeongin rodeó la cintura de Seungmin y se arrimó más a este. Se concentró en besar los dulces y atrapantes labios ajenos, que le acogieron enseguida. Por otro lado, Kim no se creía lo sucedido. Solía ser él quien le robaba besos al peli azul; pero ello no evitó que sus manos sostuvieran con más fuerza el rostro de Jeongin y besara con ahínco los labios de este. En busca de un merecido descanso, se separaron.
—¿Ves? Eres demasiado hermoso —dijo Seungmin, enamorado del tierno sonrojo presente en las mejillas de Jeongin—. Te amo. —Volvió a unir sus labios con los de Yang.
Beso tras beso. Jeongin sentía como la labil saliva de Seungmin mojaba su boca. Lo mismo él estaba haciendo con el peli castaño. Con cada roce que tenían, más creía que quedaría atrapado en la fricción de sus lenguas y, a su vez, comenzaba a cuestionarse varias cosas: “¿Por qué se estaba besando con Seungmin?”; “¿Por qué había permitido que un chico como él se le acercara tanto?”. No, ni pensar que estaba cayendo por ese tonto. Quizás era porque, después de todo, no podía ocultar lo que era en realidad.
—Seungmin, detengámosnos —expresó, separándose completamente de Kim—. No... No debí haberte besado... Lo mejor será que olvidemos lo sucedido. Perdón por pedirte esto... otra vez...
—Está bien. De todos modos, todavía tenemos mucho tiempo para conocernos —expresó con una sonrisa comprensiva. Jeongin no pudo sentirse peor.
—Felix debe de estarme buscando. —Apenado, no pudo mirar a Seungmin a los ojos—. Adiós.
