Tu único error en esa perfecta vida que llevabas, fue amar a alguien a quien nada le importaba.
Tu único error en esa perfecta vida que llevabas, fue ser ciega en el campo del amor.
Tu único error en esa perfecta vida que llevabas, fue no querer a aquellos cuyos corazones te pertenecían.
Y, como te pertenecían, al romperlos todos, quedaste rota también. Dejando vivo solo a aquel al que no podías llegar.