Con tu miedo al miedo,
la ansiedad te consumía
como papel en agua.
La taquicardia te quitaba personas
y la astenia momentos.
El vértigo, las luces en tu mente,
la opresión en tu pecho y la
sensación de mareo,
te hicieron una manzana
apartada del árbol.
O tal vez no fue la agorafobia
la culpable de tu mundo aparte.
Tal vez fueron los problemas
y tu pobre y débil alma.