Capítulo 10

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Las estrellas carecían en el cielo esa noche, el bosque se veía más triste de lo habitual o tal vez era Dalia la triste.

— Solo hay tres estrellas en el cielo Isa, ¡Solo tres! — grito frustrada — Tan pocas son que las puedo contar — suspiro

Después de una semana de ausencia volvió a hablar con Isabela, el pasto lucia menos verde que de costumbre, la roca se sentía demasiado fría y solo pudo pensar «Isa sintió mi ausencia».

Perdona por no venir había estado... — pensó la palabra que diría en esos momentos — ¿Ocupada?, si, ocupada — dijo decidida

Lorenzo la había mantenido ocupada, pues entre sus actividades habituales y él el día se iba volando.

— Extrañe tanto la paz que siento al estar aquí — sonrió — No sabes la cruda tan fuerte que tuvo mi madre en navidad — rió — La obligue a ir a la iglesia después de eso como ella te hizo a ti cuando hiciste lo mismo — dijo emocionada — El karma es real

Dalia la estaba pasando tan bien mientras olvidaba lo extraña que la hacía sentir Lorenzo, lo triste que se sentía cuando compraba ropa y no le quedaba la talla de costumbre, olvidaba todo. Después de unos minutos comenzó a escuchar pisadas cerca de ella, como era tan insegura siempre cargaba con un bate de béisbol por si las dudas así que lo tomó mientras se paraba viendo a todos lados.

— Ho... — fue lo único que pudo decir aquella persona por que Dalia lo golpeó — ¡Auch! — se quejo

— ¿Quién eres y que quieres? — dijo agitada mientras seguía sosteniendo el bate

— Me llamo Louis — dijo mientras tallaba su cabeza — Soy amigo de Roma — explicó

— Ya le avise a mi hermano que todo esta bi... — hablo Roma mientras llegaba entre los arbustos — ¿Qué haces aquí Dal? — preguntó emocionada

— Roma, ¿Qué haces tu aquí? — preguntó ahora ella

— Vale tengo una cita con Louis, un picnic nocturno y así — sonrió — ¿Louis estas bien? — pregunto mientras observaba como este se tallaba su cabeza

— Si, todo bien — dijo con una mueca

— Le he pegado sin querer — dijo Dalia avergonzada — Lo siento

— Me han contado que tienes esa costumbre — bromeó — ¿Lorenzo esta aquí? — preguntó

— No, estoy sola, me gusta venir aquí a pensar y esas cosas — dijo nerviosa

— Oh, si te estamos molestando dinos, seguiremos buscando un buen lugar — sonrió un poco

— No, quédense aquí, es el mejor lugar del bosque, yo ya me iba — dijo de manera amable

— Genial, bueno nos vemos Dal — se despidió Roma

— Hasta luego Roma — sonrió — Y de nuevo lo siento Louis — mordió su labio inferior

La pelirroja salió del bosque con una sonrisa, estaba feliz de que Roma se diera la oportunidad de conocer a otro tipo de personas aunque si fuera ella se hubiera quedado sola por lo menos unos dos años para poder confiar en alguien más. Pero claro, Dalia nunca ha confiado en nadie.

Por su lado Lorenzo tocaba el piano que estaba en su sala de estar como todas las noches, sabía que su madre disfrutaba de eso para relajarse. A el le gustaba hacerlo por que era una buena manera de distraerse de todo el lío que era su vida.

Estaba apunto de terminar la melodia cuando el teléfono de casa comenzó a sonar por toda la sala así que se paro a atender.

— ¿Hola? — hablo en cuanto contesto

— ¡Hijo!, por fin alguien educado contesta mis llamadas — hablo el hombre que había arruinado su vida con todos sus errores

— Ah, eres tú — soltó de manera seca mientras lamentaba tanto no haber checado el registrador de llamadas

— Lorenzo, tu hermana y tú son un par de niños maleducados — regaño — Llame para exigirle a Roma que bajara ese "Storytime" que hizo en uno de sus videos hablando mal de Spencer — sonaba enojado

— Estás de broma, ¿no viejo? — preguntó divertido Lorenzo — "Exigirle" — imitó para luego estallar en una carcajada

— No se de que te ríes Lorenzo — hablo el hombre más enojado — No me sorprende que tu hermana sea una niñita malcriada si tu eres igual y tu madre es una desobligada — grito

— ¿Mamá es la desobligada?, tremendo cabron que eres Pablo — hablo molesto Lorenzo — Detesto tanto tener tu sangre corriendo por mis venas por que tu eres una escoria que habla de obligaciones y ni siquiera nos da pensión, pedazo de mierda asquerosa — dijo para luego colgar

El pelinegro sentía como su cabeza dolía del enojo tan grande que le había hecho pasar su padre, solo quería romper un par de cosas y llorar, llorar por el padre que le tocó, llorar por que sentía que era un inútil por no poder hacer nada para que su padre cambiara, él no comprendía que no era su culpa.

— No te desgastes cariño — hablo su madre desde el marco de la puerta — Tú eres mejor que él, solo ignoralo — suspiro para luego ir a abrazarlo

— Si, lo sé — trato de sonreír

Dalia y Lorenzo eran solo un par de personas dañadas que necesitaban solucionar todos sus problemas, ninguno de los dos tenían tiempo para cosas tan tontas y pasajeras como el amor, al menos era lo que ambos pensaban.

{...}

— Dal — hablo Froy llamando la atención de la pelirroja

— ¿Eh? — pregunto mientras seguía leyendo

— Estábamos hablando de hacer una noche de cine en mi casa — dijo Froy — ¿Te apuntas?

— Oh, no puedo, lo siento — dijo sin apartar la vista de su libro

— Pensé que esa faceta tuya había acabado — dijo Lorena para luego tomar de su jugo

— Hey, si acabo — hablo Grettell — Ahora empezo la de "Solo salgo con Lorenzo después de las ocho" — rió

— Son tan pesados — rodó los ojos Dalia

— Solo digo que vengas — sonrió Froy de manera amable

— ¿Por qué de repente eres tan amable Froy? — pregunto con burla Lorena

— Solo quiero ser alguien mejor — se encogió de hombros

— Froy, ¿Estás bien? — preguntó Dalia de manera seria

— Si, todo bien — sonrió. Fue la sonrisa más falsa que alguna vez había dado.

— mmjum — dijo Dalia tratando de creerle — Trataré de ir — sonrió

— Puedes traer a Lorenzo si quieres — hablo divertida Grettell

Dalia cansada le aventó un poco de papas fritas que tenía en un su plato. Por alguna razón no era tan molesto que la estuvieran emparejando con Lorenzo pero no era por que le gustará, simplemente no le importaba.

Compras Nocturnas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora