¿Era este el día más caluroso del pueblo?
Probablemente.
En un día soleado caído en un fin de semana todas las familias del pueblo escapaban a las playas haciendo que el pueblo parezca fantasma por unas horas.
A excepción de la familia de Lorenzo, o al menos de él y su madre. La pobre mujer seguía tan deprimida por el engaño de su marido y su hermana que salir no era de sus actividades favoritas, en cuanto a Lorenzo solo recuerden que detesta la playa.
El pelinegro penso que sería un día terriblemente aburrido y quiso sacar provecho. Comenzó a vagar por las calles en cuanto comenzó la tarde, el pueblo tenía aspecto de película de terror solo que todos los establecimientos estaban bien cuidados.
La noche cayó después de un buen rato de helados comidos, Lorenzo disfrutaba de su soledad pero extrañaba a Leo, su mejor amigo. No solo estaba fuera por el día de playa, él se había mudado muy lejos de ahí.
Lorenzo se columpiaba en los juegos del parque central aprovechando que no había niños por ahí. De lejos escucho como alguien canturreaba una canción y noto la presencia de la pelirroja en el jardín del parque mientras pintaba algo. Sin poder evitarlo su curiosidad lo hizo acercarse más a ella pero cuidando no hacer ruido.
Por su cabeza solo pasaba la idea de que Dalia era quizas la niña más guapa del colegio, sin problemas podría quitarle el lugar a Grettell que es considerada la más guapa solo por que no es tan cerrada como la pelirroja.
"Hey Dalia soy yo, ¿cómo estás?"
"Hola Dal ¿Puedo quedarme aquí?"
"Hola Dal"
"Hola"
El chico no tenia ni idea de como acercarse a ella, era cierto que la mayoría de los chicos no le prestaban atención por que gustar de ella era una buena manera de aplastar su confianza puesto que ignoraba a todos.
La pelirroja amaba mantenerse ocupada pero en paz, sin estresarse, le gustaba fotografiar, pintar, cantar, bailar y pasear, amaba cada pequeño detalle de la vida pero amaba más cuando los pasaba sola.
Aunque realmente nunca se sentía así, Isabela siempre estaba presente.
— ¡Hola! — saludo con exceso de entusiasmo el pelinegro ocasionando que Dalia botara su pintura azul sobre sus pantaloncillos. Esta mordió su lengua tratando de no explotar y gritarle cosas feas pues sabía que el calor lograba sacar lo peor de ella.
— Lo lamento tanto, soy tan torpe — hablo Lorenzo mientras trataba de limpiarle
— Lorenzo, todo esta bien — retiro sus manos — Solo aléjate un poco — trato de sonreír
— suspiro — Claro, me iré —dijo el chico mientras se paraba con las manos en sus bolsillos para comenzar a caminar a otro lado
Dalia cerro sus ojos con fuerza pues su lado empatico estaba por salir.
— Quédate — grito — Somos los únicos adolescentes en el pueblo, tal vez podamos divertirnos — se encogió de hombros
El chico con una sonrisa enorme que no había podido disimular acepto mientras se acercaba a ella. Dalia pensó que era la tercera noche que pasaba con su compañía y no le estaba agradando la idea de que estuviera tanto en su vida.
No ese chico torpe.
No ese tipo que le hacía sentir malestar estomacal.
Simplemente no.
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Compras Nocturnas ©
RomanceLa noche era totalmente misteriosa para Dalia; por que se dormía a las ocho de la tarde, y si ese no era el caso aún así no salía de casa después de esa hora. O al menos eso decían los demás de ella. En el caso de Lorenzo, era totalmente al revés...