Capítulo 32

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Sus libros pesaban como mil ladrillos, su cabeza dolía como si una bomba hubiese estallado ahí y sus piernas flaqueaban de tanto caminar.

El pensamiento de dejar la universidad se paseaba por la cabeza de Dalia más de una vez al día peri sabía que era más fuerte que aquello y que podría.

El fin de semana en su casa había sido bastante entretenido, le gustaba pensar que fue un pequeño break sin importancia porque después de todo nada cambió.

La mañana siguiente Lorenzo volvió a ser tan frío como apuesto y para ekla era bastante.

Decidió no detener su vida por un tonto y estúpido primer amor porque aunque sonara increíble lo era.

—Hey Vince —saludo sonriente en cuanto vio al chico sentado detrás de ella

—Mmhm —fue lo único que respondió con un rostro de indiferencia

En realidad, no se lo tomó personal, parecía ser un desastre, alguien que no estaba emocionalmente estable pero después de todo ¿Quién si lo estaba?

Las clases pasaron y por fin se había liberado, aún tenía pendientes algunas cosas pero estaba dado por hecho que pasaría las fiestas sin pendientes.

—Oye... —llamó Vincent antes de que Dalia fuera a la cafetería del lugar

—¿Sí?

—Quería disculparme por comportarme grosero en la mañana —apretó los labios —Es solo que he reprobado dos materias y eso me tiene muy tenso

—Oh no te preocupes Vince —esbozo una sonrisa sincera —En estas fechas todos colapsamos

—Parece que tu no —soltó una risa

—Soy una persona bastante ansiosa así que... Hago todo a tiempo

—Matadita —burló

—No, es más bien un caso de responsabilidad, no soy muy inteligente pero ser responsable igual ayuda —se encogió de hombros

—Si, no tengo ninguna de las dos cualidades —suspiro

—Puedo ayudarte si gustas —se ofreció

—¿En serio? ¡Eres un ángel! —la abrazo con emoción

Vincent era un tipo extraño, en realidad su comportamiento nunca era de esperarse, eso atraía en exceso a Dalia, le gustaba tanto que fuera espontáneo ya que ella no lo era ni un poco.

❥︎

El sol quemaba la piel clara de Lorenzo, su rostro estaba empapado en sudor mientras hacía el trabajo de jardinería de su vecina, todos en la colonia le daban pequeños trabajos para que sus ingresos crecieran.

El término felicidad ya no encajaba en su vida, sucedió lo que más temía: vivía al día. Eso significaba que había hecho a un lado sus sueños, sus experiencias y su vida por...necesidad.

Pero trataría de ser feliz, aquella vida le había tocado. Incluso pensaba que podría darse la oportunidad de conocer a alguien más, de enamorarse una vez más pero no podía. Esa pelirroja extraña, linda y terca no salía de su cabeza.

—Enzo, la mamá de Louis trajo estofado para almorzar ¿vienes? —aviso Roma saliendo

—En un momento —respondió agitado

Unas horas después por fin había terminado el trabajo, recibió el dinero y entró demasiado cansado a su hogar mientras jalaba su bolso de herramientas.

Suspiro. —Enzo... —pronunció triste

—¿Qué sucede Roma? —preguntó algo desconcertado

—No soporto más verte así

—¿Cómo?

—Estás perdiendo tu vida en mi

—En nosotros —corrigió

—Perdiste a Dalia, perdiste la universidad y estas perdiendo tu energía

—Pero no es tu culpa —se acercó a ella —Te abrazaría pero en serio ando muy mugroso —soltó una risa

—Lo que quiero decir... —suspiro —Buscaré empleo

—No, ni de broma —negó con la cabeza

—Por favor Lorenzo —frunció el ceño molesta —Así te ayudo, dejas uno de tus trabajos, vas a la universidad del pueblo y podrías considerar tener una vida con Dalia a futuro

—Dalia es un alma libre, Roma —respondió serio —Llevamos caminos totalmente distintos, por eso nis separamos

—Elegiste por ella

—Fue lo mejor

—¡Entonces solo hazlo por ti! —grito frustrada —¿No crees que podríamos tener una mejor vida después de que te gradues?

—No es algo seguro

—Pero si habría más oportunidades

—Lo pensaré —fue lo último que dijo para luego dirigirse a la ducha

Lorenzo no sabía que hacer con su vida, tenía miedo de cambiar el ritmo, creía que ahora arriesgaba el futuro de Roma con cada movimiento que hiciera. Era demasiada presión para un chico de dieciocho casi diecinueve años.

—Ya casi es navidad —comentó Roma mientras jugaba con las verduras en su plato

—Tendremos una gran cena —sonrió encantador

—Grace nos invito a su casa —recordó

—No quiero incomodar —pronunció antes de meterse un bocado

—En realidad me entristece estar aquí, y más para estas fechas —confesó

Suspiro. —Esta bien, iremos

—Se que molesto mucho con Dalia...—comenzó a hablar —Pero eres realmente feliz cuando estás con ella

—Roma, no por favor

—Esta bien —apretó los labios nerviosa

❥︎

—Tus ojos son lindos —admitió la pelirroja

—Los tuyos igual —sonrió

Sonrió nerviosa. —Ahora deberás ver la diferencia entre objetividad y subjetividad —retomo el estudio

—Objetividad es cuando se ve algo tal cual es, sin meter valores u opiniones propias y la subjetividad es todo lo contrario, podría decirse que más emocional —explicó

—Genial —festejo —Vamos bien

—¿Puedo decirte algo? —preguntó nervioso Vincent

—Claro

—Te conozco hace poco pero tu rostro me da confianza

—Mmjm

—Soy gay —confesó

Dalia alzó las cejas sorprendida y algo triste a decir verdad. El chico le atraía, en serio lo hacía, pensaba que tal vez que él sería su siguiente interés amoroso pero aquello se veía como una fantasía muy tonta.

—Eso... —abrió la boca en una "o" —No me lo esperaba —admitió

—Creí que debías saberlo, podías enamorarte de mí —pronunció pícaro

—Oh por dios —carcajeo —Solo dije que tus ojos eran lindos idiota —rodó los ojos

Podría decirse que estaba siendo objetiva al no decirle que si había pensado de esa forma en él ¿no?

—Eres atractivo, no lo negare —agregó sincera —Pero tienes una actitud muy difícil de sobrellevar

—Soy una persona fácil

—Ah, eso no lo dudo —bromeó

Por un momento ambos habían creído que el momento se tornaría incómodo e incluso que alguno de los dos se marcharía pero fue todo lo contrario, sentía que había más confianza ahora.

Compras Nocturnas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora