Han pasado tres meses. Dalia desapareció sin dejar rastro, nadie sabe sobre ella, Grettell llora por que ni siquiera a podido hablar con su madre. Todo a seguido su curso como normalmente pasaba, sin embargo la pelirroja ya no formaba parte de ese lugar, al menos desde que todo ocurrió. Lorenzo se había vuelto un lobo solitario, Dalia se había convertido en su sol, en su único momento feliz aunque no se lo dijera.
-Lorenzo, debemos ir a casa -dijo Roma a su lado mientras esté estaba sentado en la jardinera del colegio.
-Roma ve tú, no quiero ir ahora -suspiro pesadamente
-Se que estos últimos meses han sido terribles para ti pero fue decisión de mi madre permitir que papá volviera, deberíamos darle otra oportunidad - dijo llena de esperanza
-Detesto que estén tan ciegas - soltó malhumorado -Ese hombre no es mi padre, nos fallo, nos abandono por que sus necesidades sexuales fueron más importantes que nosotros -grito
-Lorenzo por favor baja la voz -dijo Roma al borde del llanto
- ¿Qué paso? -dijo de manera burlona Aslan acercándose a ellos -Juntarte demasiado con Dalia te dejo amargado y triste -hizo una mueca
El pelinegro sintió como la sangre subía a su cabeza, sus ojos se entonaron negros, llenos de odio. Aslan escogió el peor de los momentos para meterse con él. En un movimiento rápido ya lo tenía tirado en el suelo mientras le propinaba unos buenos golpes.
-¡LORENZO PARA! -decía Roma entre lágrimas-Separenlos por favor -pidió ayuda a dos jugadores de fútbol que pasaban por ahí
- ¡No vuelvas a abrir la boca para hablar mal de Dalia! - dijo entre respiros -La única escoria que hay en este colegio son tu y todos los que se burlaron de ella - dijo para luego zafarse del agarre de los otros chicos
-No tenias por que hacer eso, pudo haberte visto el director o algún maestro -dijo preocupada mientras caminaba a su lado
-No me interesa Roma, puede verme mi madre o el tipo que esta viviendo de nuevo en nuestra casa, no me interesa -soltó molesto mientras se subía al coche -¿Vienes?, te pasaré a dejar solamente -arrancó
Roma sin poder hacer nada más se subió al asiento del copiloto mientras suspiraba sin entender que le sucedía a su hermano. Lorenzo no era del tipo que acudía mucho a la violencia, lo detestaba, tampoco era la clase de, chico que no complacía a mamá pero que papá hubiera regresado y Dalia se hubiese marchado había sido el colmo para él.
(...)
El pelinegro daba vueltas en su coche mientras escuchaba su playlist preferida. Era demasiado para él, no podía lidiar con el regreso de su padre ni con la gran falta de afecto que sentía su madre como para permitirlo. Estacionó su coche frente a casa de Dalia, extrañaba pasar tiempo con ella, necesitaba tanto de una buena amiga pero ella tenía sus propios problemas. El chico observaba la casa con la esperanza de que ella saliera sin embargo eso no sucedio. Tocaron su ventana haciendo que se sobresaltara, al girar se encontró con una sonriente chica rubia.
-¿Si? -dijo él bajando la ventana
-¿Vives ahí? -preguntó sonriendo. Parecía demasiado feliz pero no lo suficiente como para contagiarlo.
-No, es casa de una amiga -trato de sonar amable
-Oh, es que acabo de mudarme, mi madre me mando a conocer a los vecinos y pensé que vivías ahí, lo lamento -se disculpo
-No hay problema -trato de sonreír
-De hecho, ¿Podrías enseñarme el lugar?, somos nuevas aquí así que no se como divertirme o matar el tiempo -dijo al nerviosa
El pelinegro no estaba seguro de aceptar ser el guía de esa chica pero tal vez eso lo ayudaría a olvidar un poco todos sus problemas. Así que sin más acepto y la rubia subió a su coche.
-Eres algo confiada -comentó divertido
-El confiado eres tú, yo igual podría ser una psicópata -bromeó
-Tienes razón -rió - ¿Cómo te llamas psicópata? -pregunto mientras arrancaba el coche
-Olivia -sonrió
Por otro lado, Dalia estaba en recuperación, habían sido los tres meses más largos de toda su vida. Llego ahí una semana después de lo ocurrido en el colegio, se lo contó a su madre en cuanto paso, no le gustaba ocultarle cosas y menos si eran así de delicadas, no cuando podía enterarse por alguien más.
-Esta bien señorita Solari -dijo el doctor mientras la terminaba de pesar -Puede tomar asiento -ofreció para él hacer lo mismo y ponerse a escribir en su computadora
Los nervios de la pelirroja estaban totalmente disparados, sentía que había dado un gran paso, que ya había cambios y que su caso no era demasiado grave así que tenia la esperanza de salir pronto.
-Quiero felicitarla, es de las pocas chicas que aceptan que tienen un problema, que vienen a nosotros solas y que se toman en serio el programa -sonrió -Podrá salir de aquí la próxima semana aunque seguira asistiendo para llevar un chequeo mensual, todo esto durante un año, es el protocolo -explicó mientras anotaba algo en un papel -Con esto podrá tener acceso a internet en la sala de cómputo para que no se aburra esta última semana -dijo divertido. Aunque realmente no era para que no se aburriera, por medio de las redes sociales puedes obtener todo tipo de información y consumir todo tipo de contenido. Era parte de la recuperación entrar a la red, ver a niñas con cuerpos diferentes al tuyo, ver el tipo de dieta que buscas y así asumir si realmente estas lista para salir. Era el último paso para ser libre.
-Gracias -sonrió Dalia. Extrañaba demasiado su hogar, vivir en la cuidad de su padre nunca había sido una opción y menos encerrada en un sitio de estos.
Sin decir nada más salió del consultorio para retirarse a su habitación, casi siempre la mantenían ocupada con actividades para que enfocará su energía en algo distinto pero esta vez solo quería dormir.
Cada día que había pasado ahí se preguntaba que pasaba en su hogar, si Grettell ya averiguo donde esta, si Roma sigue con Louis, si Froy ya esta mejor o si Lorenzo ya encontró a alguien más con quien pasar el rato. Solo habían pasado tres meses pero era cierto que todo podía ocurrir en esos días.
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Compras Nocturnas ©
RomanceLa noche era totalmente misteriosa para Dalia; por que se dormía a las ocho de la tarde, y si ese no era el caso aún así no salía de casa después de esa hora. O al menos eso decían los demás de ella. En el caso de Lorenzo, era totalmente al revés...