05. La Mafia

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Capítulo 05. La Mafia


La desesperación no tardó en llegar a Yokohama. La enfermedad del jefe de la Port Mafia estaba desatando un caos en la ciudad. Durante el verano del año siguiente, cualquier mínima amenaza hacia la organización era tomada muy enserio. Tras que Kouyou junto a Lagarto Negro hicieran desaparecer a toda una organización que llevaban persiguiendo varios años, en un solo día, subió mucho el ego al jefe de la Mafia. Sin importarle las posibles consecuencias que podrían causar sus actos, mandaba asesinar a todos aquellos que se pusieran por delante de su camino. Algunos mafiosos estaban de acuerdo con las decisiones de su superior, creían que lo más importante era demostrar el poder que tenía la organización y tener a todos bajo sus pies. Otros muchos pensaban que eran una barbaridad los actos del jefe y solo llevaría a la ruina tanto a la Mafia como a la ciudad.

Un día más, como todos los anteriores durante los pasados años, Mori iba a visitar al jefe, quien tras enterarse de su participación activa en alguna que otra misión, le privó de aparecer por la sede si no era llamado por él mismo. La advertencia del médico sobre la cercanía de su muerte por su enfermedad solo causaba más furia al hombre.

Ese día, ya se encontraba recogiendo todo el material de su consulta médica. Dazai, que se encontraba sentado en una silla, removiendo una mezcla de agua y diferentes pastillas para subir y bajar la tensión arterial, observaba al médico correteando de un lado a otro.

— Quiero que vengas conmigo. — El hombre dejaba su bata blanca sobre un perchero, cambiándola por otra limpia.

El chico solo asintió y sonrió.

— ¿Tenías ganas de volver a la Mafia?

— Solo me llevaste esa vez, y me lo pasé bien.

— Si, y luego te tiraste al rio. — Mori miró a Dazai con pena, el castaño sin mirar su expresión se dio cuenta.

— Deja de mirarme así.

— Tú haces que te mire así. 

— Venga ya, hace más de dos años de eso. 

— Si, pero de los cortes de los brazos no tanto. Y aún sigo esperando una explicación.

El castaño solo bufó en respuesta. Se detuvo un momento a observar las vendas visibles de sus antebrazos. En tan solo trece años de edad había conseguido tener casi todo su cuerpo vendado. Ambos antebrazos, el brazo derecho al completo, gran parte de su pecho, espalda y abdomen, el cuello y la pierna izquierda en su totalidad. Además del ojo derecho que siempre llevaba tapado.

— Ten, ponte la corbata y la americana. —  Esas palabras sacaron al chico de sus pensamientos. — Y no te bebas eso, solo te va a dar dolores de cabeza y quizás no salgas del baño en un día entero. Si te portas bien te diré como mezclar los medicamentos.

— Siempre me dices eso y nunca lo haces, me haces trabajar duro, me devuelves recuerdos de cosas que olvidé a posta y no me enseñas nada. ¡Quiero morir! ¿Es tanto pedir?... O podría unirme a una organización enemiga...

— Dazai-kun, no digas tonterías. 

Dazai asintió, dejó el vaso sobre una pequeña mesa de madera situada al lado de la silla donde estaba sentado e hizo lo ordenado por "su padre".

A los pocos minutos ambos salieron del edificio, dirigiéndose a la sede de la Port Mafia. Como todas las veces que iban juntos a algún lado, no se dirigían la palabra en ni un solo momento del paseo por la ciudad. Ambos caminaban en silencio, uno al lado del otro, hasta llegar a su destino.

Nacido para la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora