02. Padre

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Capítulo 02. Padre


Había pasado ya una semana desde que Ougai Mori cuidaba a Osamu Dazai. En tan poco tiempo el médico ya decía que era su hijo adoptivo y lo trataba como tal. Al niño se le hacía raro, pero se dejaba llevar, siguiéndole la corriente al hombre. No volvió a ver a su madre ni le preguntaba al médico sobre ella, tampoco sabía nada de ella, pero se temía dónde podría estar.

Mori estaba sentado en su cama, con la espalda apoyada en el cabecero, llevaba un buen rato despierto leyendo un libro sobre medicina. Podía escuchar ruidos que provenían de la otra habitación. No era el único que había despertado hace rato. Cerró el libro y lo dejó a su lado sobre la cama. Miró su móvil, eran las siete y veinte de la mañana, iba siendo hora de levantarse de la cama. Salió de su habitación y se dirigió a la cocina. Preparó un par de tostadas para él y para el niño del que cuidaba, dejó preparándose un café en la cafetera, mientras fue a ver al niño. Tocó la puerta avisando que entraría y la abrió.

—Buenos días Dazai, ¿qué tal dormiste?

—Bien— Mentía, apenas podía dormir, y unas ojeras bajo de sus ojos lo delataban.

—Venga, vamos a desayunar. Hoy me tienes que acompañar a la clínica, prefiero curarte las heridas allí— Se acercó a la cama donde estaba tumbado Dazai y lo ayudó a levantarse y caminar hasta la cocina. Cada movimiento dolía, pero al menos podía moverse después de una semana en cama. Ambos desayunaron en silencio, Mori observaba a Dazai que bebía una taza de leche caliente con torpeza. Aunque el chico no le dijera nada sus movimientos temblorosos le decían que todo su cuerpo dolía.

—Dazai— Lo llamó para que lo mirara. El nombrado hizo eso mismo. —Aunque no me lo digas yo lo se todo, no trates de esconderlo, eso será peor. Si te duele todo el cuerpo dímelo, es normal, lo raro sería que no te doliera. Tengo calmantes para el dolor, luego te doy uno y ya verás cómo te encuentras mejor.

El niño solo asintió.

Cuando iba a su clínica arrastrando a su madre para ir a verle era él quien siempre le saludaba alegremente y le contaba cosas continuamente. Desde que vivía con él apenas hablaba, había perdido toda su alegría. Mori lo entendía, pero quería que poco a poco se abriera a él, confiara en él. Al fin y al cavo iban a vivir juntos los siguientes años.

Terminaron de desayunar, ambos recogieron la mesa y fregaron los platos y las dos tazas juntos, Mori fregaba y Dazai secaba y colocaba las cosas en sus respectivos armarios. Luego Mori fue a ayudar a Dazai a cambiarse de ropa. Esa semana estuvo muy ocupado y apenas tuvo tiempo para ir a comprar ropa al chico. Le vistió con unos pantalones negros y una camisa blanca un poco grande para él. Los zapatos que llevaba el día del incendio apenas sufrieron daños y fue lo único que no tiró a la basura, pero le compraría unos nuevos. —No se si te gusta esta ropa, mañana si te encuentras mejor podemos ir a comprar.

—Vale, pero esta me gusta.

Mori sonrió y le revolvió el pelo al castaño en muestra de cariño.

Ambos se disponían a salir de la casa de Mori cuando Dazai llamó su atención.

—Mori... me duele un poco al andar.

El médico que tomaba la mano del chico la soltó y se agachó para quedar a su altura. —¿Puedes caminar un poco aunque sea? Estamos cerca, pero si no puedes entonces no vengas, no quiero forzarte, con que andes un poco por casa es suficiente.

—Creo que si puedo ir.

—Bien— Se levantó y abrió la puerta, dejó pasar al chico delante para cerrarla una vez salieron ambos. —Ven, dame la mano— Dazai sujetó fuertemente la mano del médico y comenzaron a caminar juntos, despacio —¿Vas bien?

Nacido para la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora