04. Indigno

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Capítulo 04. Indigno (de Ser Humano).


— ¿Habéis visto a Dazai? — El médico le preguntaba a todo hombre o mujer que se encontraba, pero ninguno sabía donde podría estar el niño o ni siquiera lo habían visto.

Llegó hasta Kouyou, que se encontraba parada frente a un cuerpo tirado en el suelo sobre un charco de sangre. 

— Puede que en el primer disparo dudara, pero en los siguientes seis sabía muy bien a lo que había venido. — la mujer habló a Mori.

— ¿Quién ha sido?

— Creo que lo sabes bien, tu hijo al parecer no es tan inocente. ¿Se puede saber como narices lo has criado?

Mori no respondió, pero su mirada satisfecha hacia el cadáver asustó a la mujer.

— Oh no, ni se te ocurra hacer lo que se que estás pensado. 

— ¿Por qué no? 

— Mori, es un crío, ni se te ocurra meterlo en la Mafia-

— Ya hablamos sobre ello.

— ¡¿Pero no has visto lo que ha hecho?! 

— Lo veo perfectamente, nos ha quitado un peso de encima, era un hombre que no iba a servirnos para nada y solo podría causarnos problemas con su habilidad.

— Y que lo digas tu siendo médico... 

Mori no contestó, se fue, siguiendo con la búsqueda de Dazai, ¿habría ido a casa?


Le gustaba observar el amanecer, los días que lograba estar despierto a esas horas aprovechaba y se asomaba a la ventana del salón de casa. Pero en ese amanecer no estaba en casa. Dazai pasó la barandilla del puente, y se asomó al borde, las puntas de sus zapatos se sostenían en el aire, sin apoyarse sobre una superficie. Comenzaba a amanecer, los tonos naranjas y rojizos se apoderaban del cielo. Miró abajo. El río Tsurumi corría lentamente, atravesando la ciudad de Yokohama, reflejando los colores del cielo. Realmente era una bonita vista. Levantó sus brazos a la altura de sus hombros y cerró los ojos. Disfrutaba de la leve brisa que acariciaba suavemente sus rizos. Decidido dio un paso al frente y calló a las frías aguas del rio. Poco a poco fue sintiendo como se quedaba sin aire mientras la corriente lo arrastraba a las profundidades. Cuando sus pulmones se vaciaron por completo y en un intento de tomar algo de aire se comenzaron a llenar de agua. Seguía con los ojos cerrados , no le estaba gustando nada la sensación de ahogarse, pero solo duraría unos segundos más. De repente, algo, o mejor dicho alguien, lo agarró de una muñeca, y empujó al chico consigo, hacia la superficie, mas concretamente hacia la orilla del río. Al principio tenía algo taponados los oídos, no distinguía bien las voces, y el ruido que salía de su boca al toser lo complicaba aún más.

—¡Joder Dazai! ¡¿En qué mierda estabas pensando?!

—...

—He estado toda la noche buscándote para encontrarte tirándote a un puto río. Ya me lo estás explicando.

—No hay manera. — la voz del castaño sonaba tan bajo, como un susurro.

—Dazai mírame. — Dazai mantuvo su postura, sentado mirando al suelo. Sentía el frío de las mañanas de verano calando sus huesos, a través de su piel mojada. — Dazai, joder, ¡que me mires! — Sabía demasiado bien que Mori estaba cabreado y no se atrevía a dirigirle la mirada, nunca lo había visto de esa manera.

La mano del hombre golpeó fuertemente la mejilla de Dazai, por la fuerza Dazai acabó tumbado en el suelo, de lado. Ya miró al doctor con su único ojo visible. Su cara daba realmente miedo, su ceño fruncido y sus ojos mirándolo con rabia, pero también dolor. No sabía que había hecho mal para que eso llegara a la pasar. ¿En serio su hijo acaba de intentar morir? ¿Pero por qué?

Nacido para la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora