CAPITULO 10

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Al día siguiente, con el pretexto de hablar de negocios, Draco fue a ver a la señora Granger, pero en cuanto hubo cerrado tras de sí la puerta del despacho, tomó asiento en el sillón de cuero frente a ella y se inclinó sobre la mesa.
—Harry estaba ayer por la noche en Houston con una morena —le dijo sin andarse por las ramas—. Creí que debía saber que ya está engañando a Hermione, antes incluso de que se hayan casado.
Jean se quedó sorprendida, pero más por el hecho de que Draco hubiera ido expresamente a decirle aquello y por la irritación en su voz, que por la infidelidad de Harry.
—¿Qué clase de matrimonio va a ser ese, por amor de Dios? —exclamó Draco exasperado—. El orgullo de Hermione no resistirá esa clase de comportamiento.
—Draco, agradezco tu preocupación —le contestó Jean muy despacio—, pero se trata de la vida de Hermione.
—Precisamente por eso —repuso él apasionadamente, arrojando las manos al aire—. ¡Está arruinando su vida! ¿Es que a usted no le importa?
Jean Granger enarcó las cejas.
—¿No has sido tú quién ha estado atormentando a Hermione todos estos meses, diciéndole incluso que se casara con Harry?
Draco contrajo el rostro molesto.
—Pensé que sería lo mejor para ella, porque es aproximadamente de su edad, y es bueno en su profesión... pero creí que cuando se hubieran comprometido al menos sería un poco más discreto respecto a su aventuras.
—Bueno, yo diría que lo está siendo, Houston está muy lejos de Jacobsville —contestó Jean.
—Pero, si yo lo vi allí, es posible que otras personas de Jacobsville lo hayan visto —insistió Draco.
Jean se reclinó en su sillón giratorio, escrutando el enfadado rostro de Draco Malfoy.
—No es que diga que apruebe lo que ha hecho, pero mi hija ya sabía cómo era antes de comprometerse con él, y es mayor de edad para tomar sus propias decisiones, aun a riesgo de equivocarse. Además, cuando se casen tienen pensado irse a vivir precisamente a Houston, y en una ciudad tan grande a nadie suele importarle la vida de los demás, no estará sometida a las habladurías de la gente como lo estaría de quedarse aquí.
Aquello estaba matándolo por dentro. No podía más, no podía más... Draco se levantó irritado y agarró su sombrero.
—Hermione cree que la odias, Draco —le dijo la señora Granger cuando le dio la espalda. El ranchero no se volvió, pero la mujer observó que los músculos de su espalda se habían puesto rígidos ante sus palabras—. Hazle un favor y deja que siga creyéndolo.
Draco se caló el sombrero y salió del despacho. Jean Granger lo vio marcharse con una mirada triste en los ojos. Si alguna vez había dudado de los sentimientos de Draco Malfoy por su hija, en aquel momento se sintió completamente segura de que la amaba un amor con el que estaba luchando a brazo partido, como si tuviera miedo de dejar ver a los demás lo vulnerable que era en realidad. La señora Granger abrió un cajón del escritorio y cogió una vieja fotografía de su marido, Will. Hermione se parecía tanto a él, se dijo con un suspiro. Le había amado tan apasionadamente como Hermione amaba a Draco, pero su relación no había prosperado porque él era un hombre inquieto, incapaz de permanecer mucho tiempo en un sitio. Se detestaba a sí misma cuando recordaba cómo se había rebajado, rogándole que quedara a su lado, que no la dejara. Y, sin embargo, aún seguía enamorada de él. Acercó la fotografía a sus labios y la besó antes de volver a guardarla.
Tal como le había dicho a Draco, Harry le dijo a Hermione que había llevado a otra mujer al musical, y tal y como había esperado, ella no se inmutó en absoluto.
—No veo que haya nada malo en ello —le contestó ella, encogiéndose de hombros—. ¿Por qué te has sentido obligado a contármelo?
—Bueno, yo ya pensaba decírtelo, porque no quiero que pienses que estoy engañándote haciéndote creer que soy un hombre intachable, pero, además, me encontré a Draco allí, y se puso medio loco cuando nos vio —le dijo—. Un poco más y me pega.
A Hermione el corazón le dio un vuelco, pero se cuidó de no decir nada y tampoco permitió que sus facciones mostraran el placer que sentía al saber que Draco se había disgustado por ella.
—Ya, es que es muy anticuado —murmuró, quitándole importancia.
— Sí, como todos los Malfoy —farfulló Harry
—Bueno, yo solo quería que lo supieras, para que no te engañes respecto a mí. No creo que nunca llegue a ser don Fiel, Hermione, lo siento —añadió con una sonrisa avergonzada—, eso no va conmigo.
—Lo sé —respondió Hermione, y cambió de tema al instante, ofreciéndole café.
Mientras hablaban, Harry observó a la joven, y pensó de pronto que era una suerte que no estuviera enamorado de ella porque si no hubiera sido así, aquella indiferencia ante sus deslices lo habría matado. Viviría y moriría enamorada de Draco Malfoy. Sentía lástima por ella, aunque quizá más por Draco: estaba despreciando algo tan raro y tan valioso, y probablemente ni siquiera se daba cuenta.
Al día siguiente, Hermione se quedó muy sorprendida de encontrar a Draco esperándola en la puerta de la galería antes de que abrieran. Los latidos de su corazón se dispararon, pero procuró parecer calmada.
—Ya era hora —le dijo mirándola fijamente mientras la joven se aproximaba.
—¿Qué es lo que quieres ahora, Draco? —inquirió mientras sacaba la llave del bolso.
Él la siguió dentro con el sombrero vaquero ladeado sobre el ojo derecho.
—Ya sabes lo que quiero —le respondió—. ¿Cuánto tiempo más vas a permitir que Harry pisotee tu orgullo? ¿O es que no te importa que esté viendo a otras mujeres a tus espaldas?


Maraton 1/3 

Espero les guste :3 

Para Ella -DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora