CAPITULO 3

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Perplejo era en realidad como se había quedado Draco. Mientras iba conduciendo camino del rancho, empezó a pensar.

La noche anterior no había dormido bien, recordando la expresión en el rostro de Hermione cuando se había marchado airada antes de que él y Astoria abandonaran la fiesta. En realidad había usado aquello del folleto como una excusa para ir a verla, para comprobar si seguía dolida.

Lo que no había esperado de ningún modo era encontrarla tan indiferente a él, ni tan calmada y segura de sí misma. Lo cierto era que, después de haber pasado dos años siendo perseguido por ella y habiendo sido el objeto de sus flirteos, era realmente chocante que lo tratara como a un extraño.

Cuando llegó al rancho de su familia, aparcó el coche frente al porche, y entró en la casa con el ceño fruncido. Su madre debía haber salido, porque no estaba en el salón ni en la cocina. Sin embargo, para sorpresa, se encontró a Cygnus en el estudio revisando los libros de cuentas.

— ¿Te preocupa algo? —inquirió este al verlo. 

Draco cerró la puerta del estudio tras de sí, decidido a confiarse a su hermano. Necesitaba a alguien que lo escuchase.

—Hermione es mi preocupación —le dijo 

— Eso no es nada nuevo —contestó Cygnus— Has estado quejándote de ella durante años.

Draco frunció el ceño y se cruzó de brazos. 

—No es eso, tú no lo entiendes. Está ignorándome. 

Los intensos ojos marrones de Cygnus lo escrutaron.

—Hmm... ¿Una nueva táctica? 

Draco se sentó en el borde del escritorio. 

—Desde anoche no es la misma. Dice que se ha dado cuenta de que estaba haciéndome la vida imposible, ha renunciado a mí.

— ¿Y eso es malo? —inquirió Cygnus.

 —Es el modo en que se comporta ahora lo que me preocupa —dijo Draco quedamente—. Está demasiado tranquila.

—No te fijaste en la expresión de su rostro cuando apareciste con Astoria, ¿verdad? —le respondió Cygnus. —Estaba destrozada.

Draco maldijo entre dientes. —Yo pensé que estaba haciendo lo correcto. No quería hacerle daño, solo quitármela de encima.

—Bueno, pues ya lo has conseguido. ¿Cuál es el problema ahora? Draco dejó escapar un pesado suspiro. —Es que... nunca imaginé que pudiera sentirme tan mal porque me ignorara por completo.

—Vaya, esa es una confesión bastante sorprendente viniendo de ti. 

—Supongo que sí —murmuró Draco, bajando la vista incómodo a sus gastadas botas—. Pero sigo pensando que hice lo correcto. Ella es muy joven.

—Es lo que siempre has dicho — respondió Cygnus, encogiéndose de hombros— En fin, ¿qué puedo decir? Parece que al fin, Hermione te ha escuchado.

—Sí, supongo que sí —dijo Draco. Pero no parecía satisfecho. 

— ¿Y qué me dices de Astoria? Anoche me dio la impresión de que estaba bastante entusiasmada contigo ¿Vas a volver con ella? —le preguntó.

—No estoy interesado en Astoria. Lo nuestro se terminó. La ayudé a abrirse camino en su profesión, y lo de anoche fue una especie de favor, a modo de agradecimiento.

—Entonces está ayudándote a mantener a \Hermione a raya —murmuró Cygnus. 

—Esa era la idea, pero según parece no era necesario, ya que Hermione ha dejado de perseguirme. Asegura que ha decidido dejarse de juegos adolescentes. 

¿Es eso todo lo que era para ella... un juego?

—Bueno, tal vez eras tú el que se lo estaba tomando demasiado en serio —sugirió Cygnus—, aunque a mí a veces me parecía que el flirteo de Hermione te divertía, por mucho que te quejaras de que te atosigaba.

Y tenía razón, porque Draco no podía negar que en el fondo se sentía atraído por ella, pero el hecho de que ella apenas había dejado atrás la adolescencia, siempre hacía que renegara de esos sentimientos.

—Hermione es virgen —le dijo a su hermano—, estoy casi seguro, y yo ya pasé por una mala experiencia con una mujer inocente. No soy tan masoquista como para volver a repetir aquel error.

—Comprendo tus temores, Draco —le respondió Cygnus—, pero Hermione no es Hannah. Además...

—Todo esto es ridículo —lo cortó Draco, que ni siquiera estaba escuchándolo—, Hermione es demasiado joven para tener interés real en un hombre —le dijo.

Cygnus meneó la cabeza. —Espero que tengas razón, porque si no, si en realidad le importabas, puedes haber matado ese amor, y pasar el resto de tu vida lamentándote —le advirtió.

Draco frunció el ceño. — ¡Ya te he dicho que ella misma me dijo que solo era un juego! — ¿Acaso crees que iba a confesarte que se muere de amor por ti después de que te pavonearas anoche con una de tus antiguas conquistas en su propia casa?

Draco se pasó una mano por el cabello, exasperado. De algún modo le parecía que Cygnus tenía razón en lo que le estaba diciendo, pero no podía aceptarlo,

—Por el amor de Dios, Draco, si tan solo le dieras una oportunidad a Hermione! —Gruñó Cygnus, atónito ante lo cerrado de mente que podía ser su hermano—. No está asustada de ti como lo estaba Hannah.

Para Ella -DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora