CAPITULO 1

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Capítulo 1

A Draco Malfoy no le molestaba especialmente tener que haber ido a cenar aquella noche a casa de la señora Granger, ni la conversación de negocios que tuvo lugar a continuación. Lo que le molestaba, era tener a la hija Hermione, sentada frente a él observándolo con adoración.

Hermione Granger a sus diecinueve años, era una joven verdaderamente escultural: castaña, ojos marrones y marcadas mejillas. Sin embargo, Draco era incapaz de obviar el hecho de que apenas había dejado atrás la adolescencia, y se empeñaba en ignorarla, consiguiendo solo que Hermione se volviera aún más tenaz en sus intentos de lograr que se fijara en ella.

Draco era muy consciente de la considerable diferencia de edad entre los dos, ya que él contaba treinta años y tenía demasiadas preocupaciones como para prestar atención a lo que para él eran sólo flirteos descarados de una chiquilla. Era el mayor de cuatro hermanos, y el único que permanecía aún soltero, con lo cual, la mayor parte de la responsabilidad del rancho familiar y el cuidado de su madre recaían sobre él. Su vida era un cúmulo de problemas con el ganado, los peones, y las finanzas del rancho, y Hermione era la gota que colmaba el vaso.

Sobre todo, se dijo, ataviada con aquel vestido azul, sin manga, y con un escote, que mostraba demasiado de su dorada piel y sus generosos senos.

¿Acaso a su madre no le importaba que fuera de esa guisa? Draco se preguntó si Jean Granger se habría dado cuenta de lo rápido que estaba creciendo su hija. 

Lo cierto era que nadie parecía tener tiempo para Hermione. Podría decirse incluso que había sido Mary, el ama de llaves de los Granger, quien había criado a Mione. Sus padres se habían separado hacía años, y él, que era piloto comercial, se había trasladado a Atlanta, Georgia, mientras que Jean siempre estaba ocupada con su negocio de venta inmobiliaria.

En ese momento sonó el teléfono, y Jean se excusó para ir a contestarlo, dejando a un incómodo Draco a solas con Hermione.

— ¿Puedo saber por qué llevas tanto rato mirándome con esa cara de furia? —inquirió la castaña frunciendo el entrecejo. Se había hecho un recogido, y le daba un aire muy maduro y sofisticado a pesar de su edad.

—Porque ese vestido es demasiado atrevido, por eso — le contestó Draco con aspereza. No solía ser así con los demás, pero la atracción de Hermione hacia él lo irritaba, y sin percatarse la trataba con cierta brusquedad —. Tu madre no debería comprarte cosas así.

—No me lo ha comprado —respondió con una sonrisa traviesa —, es suyo. Se lo he tomado prestado, pero estoy segura de que ni siquiera se ha dado cuenta de que lo llevo puesto. Ya sabes lo poco que se fija en nada. Solo piensa en los negocios.

—En cualquier caso, ese vestido es demasiado adulto para ti— insistió Draco en un tono condescendiente —Deberías llevar cosas más...apropiadas para tu edad. 

Hermione suspiró hastiada y lo miró pensativa antes de bajar los ojos hacia la mesa.

— ¿De verdad te parezco joven, Draco?

—Te llevo diez años, pequeña— le dijo él con cierto humor, como si fuera algo evidente — Sí claro que me pareces joven.

Los ojos marrones de Hermione no se despegaron de sus manos entrelazadas. 

—Mamá va a dar una fiesta el viernes por la noche, para celebrar la apertura de ese centro comercial — le dijo de repente —. Ya sabes, ese que han construido sobre los terrenos que ella les vendió — añadió — ¿Vas a ir?

—Cygnus y Victoria puede que asistan — murmuró él desinteresado —Yo soy un hombre ocupado.

La joven buscó sus ojos azules sin darse por vencida. 

Para Ella -DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora