CAPITULO 13

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Hermione suspiró aliviada y se dio la vuelta para regresar al coche, pero su suave voz había atraído la atención de un vagabundo, y al ver que parecía una chica rica, se abalanzó sobre ella antes de que pudiera saber qué estaba ocurriendo. Se revolvió con todas sus fuerzas, pero con ello solo logró irritar al hombre y lo hizo reaccionar con más violencia que si le hubiera entregado lo que llevaba de valor encima.
Cuando el áspero puño del hombre la golpeó en la mandíbula sintió un dolor fortísimo y cayó de espaldas al suelo. Gritó pidiendo auxilio, pero el vagabundo se colocó encima de ella y siguió golpeándola. Ni siquiera podía apartarlo. Era muy grande y corpulento, y cuando finalmente la dejó sin sentido, lo último que notó fue el sabor de la sangre en sus labios, y todo el cuerpo dolorido, como si la hubiera arrollado un vehículo.
Entretanto, Harry había salido de la tienda con una bolsa en la mano, y cuando llegó junto al coche y vio que estaba vacío, le entró verdadero pánico. Dejó apresuradamente la bolsa de papel en el suelo, junto al vehículo, y empezó a llamarla a voces. Le pareció ver que algo se movía calle abajo, y corrió en esa dirección, justo a tiempo para ver huir a un tipo enorme. En el suelo había un bulto, y Harry tuvo el horrible presentimiento de que no podía ser más que Hermione.
Se arrodilló a su lado, gimiendo espantado al ver su rostro ensangrentado y lleno de moraduras.
—Hermione, Hermione, ¿puedes oírme?

Cygnus y Victoria eran los únicos que estaban en casa de los Malfoy cuando sonó el teléfono. Cygnus descolgó el auricular, imaginando que sería una llamada de negocios que estaba esperando, pero la voz que habló al otro lado de la línea era la de Jean Granger. Parecía histérica, y Cygnus conseguía averiguar qué estaba tratando de decirle.
—Espere, espere, señora Granger, hable más despacio, no puedo entenderla.
— ¡Oh, Cygnus, es Hermione! Dios mío, ¿qué voy a hacer? Tengo que ir a Houston, pero no... no sé conducir... ¿No está Draco ahí?
—No —contestó Cygnus—, se ha ido a una reunión en Dallas —omitió que se había marchado furioso con Lysandro, Arcturus y él, porque les había dicho que tenía un asunto mucho más importante que atender, aunque no les había dicho cuál y finalmente se había ido refunfuñando—. ¿Qué le ha ocurrido a Hermione?
—La han atacado en la calle. Está en el hospital, malherida y en coma —respondió la señora Granger temblorosa—. Tengo que ir...
—¿Está en casa?
—S... sí, estoy en casa.
—Saldré con Victoria para allá inmediatamente.
Minutos después, el joven matrimonio recogía a la pobre mujer y se dirigían camino de Houston.
—Estará bien, señora Granger, ya lo verá... —trató de consolarla Victoria mientras la abrazaba, sentada con ella en el asiento de atrás—. Hermione es una chica fuerte.
Jean asintió con la cabeza entre sollozos, cuando llegaron al hospital, encontraron a Harry esperándolos en el pasillo, junto a la unidad de cuidados intensivos. Llevó dentro a la madre de Hermione, y casi se desmayó al verla conectada a varias máquinas, los ojos cerrados, pálida, su rostro lleno de cortes y moratones, y un ojo hinchado.
—No se preocupe, señora Granger, la conmoción que sufrió en la cabeza es la única razón por la que está aquí y no en planta —le explicó el joven—. Lo demás no es nada grave, solo magulladuras y golpes.
—¿No la... no la violaría, verdad? —inquirió Jean, con el corazón en un puño. Él sacudió la cabeza.
—No, por suerte llegué a tiempo de asustar al tipo para hacerlo huir —contestó—. Dios, lo siento tanto — gimió agachando la cabeza—. Fue culpa mía. Salimos a comprar champán para la fiesta, y le dije que se quedara en el coche. No sé qué la haría salir.
—Pero, ¿por qué la llevaste contigo? —inquirió la señora Granger entre sollozos—, ¿Por qué?, ¿Por qué?
—Es que... ella insistió —contestó Harr con expresión de impotencia.
Draco no la habría dejado ir con él, se dijo Jean Granger irritada, y si hubiera ido con él, no la habría dejado sola en el coche. Sin embargo, no dijo nada. Harry parecía sentirse ya bastante culpable como para añadirle nada más. Se sentó junto a su hija y la tomó de la mano, rogando a Dios que la hiciera despertar.

Para Ella -DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora