CAPITULO 2

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Aquello fue como una puñalada para Hermione, pero salvó su orgullo esbozando una sonrisa y haciendo un comentario intrascendente. Draco ya le había dejado bien claro que no estaba interesado en ella, pero el que hubiera decidido ir a la fiesta de su madre con la que había sido una de sus más sonadas conquistas, era algo cruel.

Astoria Greengrass, que había crecido en Jacobsville, se había convertido en una modelo famosa, y Hermione sabía que Draco había estado saliendo con ella un par de años atrás, pero no había esperado que fuera a llevarla esa noche de acompañante.

Cygnus y Victoria se disculparon para saludar a unos conocidos, y Hermione se quedó de nuevo con Harry, hecha un manojo de nervios, mientras él se dedicaba a seguir engullendo y a mirar con descaro a las féminas que se acercaban a la mesa de los aperitivos.

Minutos más tarde hacían su entrada Draco y Astoria, Hermione no pudo evitar fijarse en el modo empalagoso en que ella le sonreía. Era obvio que estaba esforzando mucho por reavivar los rescoldos de lo que había habido entre ellos.

Hermione fue a servirse un poco más de ponche, resuelta a no girarse hacia la entrada del jardín. No iba a darle a Draco esa satisfacción. Sin embargo, de repente...

—Me muero por beber algo —dijo una voz femenina detrás de ella—. ¡Ah, pero si es la pequeña Hermione! 

La joven se volvió algo sobresaltada, y esbozó una sonrisa de circunstancias con dificultad. Iba a hacerle pregunta de cortesía, pero Astoria no le dio tiempo. 

—Cielos, qué calor hace, ¿verdad? ¿Esto es ponche? Espero que esté bien frío. Draco ha tenido que aparcar casi al lado del estanque, y tengo los pies hecho añisco de tanto caminar.

—Pues no sé por qué, después de tanto andar arriba y abajo por las pasarelas se supone que debías estar acostumbrada —le espetó Draco, apareciendo a su lado.

Hermione giró un instante el rostro al oír su voz, pero no se atrevió a mirarlo a los ojos, y rápidamente se volvió de nuevo hacia Astoria, observando con envidia su traje de diseño blanco y negro, que hacía que los de las demás invitadas pareciesen harapos.

—Estás increíble —le dijo Hermione con sinceridad—. Y según he oído, te van muy bien las cosas.

—Bueno, no puedo negar que he tenido algo de ayuda —admitió Astoria. Y alzó el rostro hacia Draco con una confianza en sí misma y un aire tan sensual, que Hermione apretó los dientes llena de frustración. Ella nunca sería capaz de mirar a un hombre de ese modo.

— ¿Dónde está tu madre? —le preguntó Draco. 

—Por ahí, entre la gente —respondió Hermione sonriendo y encogiéndose de hombros—. Yo misma hace rato que no la veo. Es la estrella de la noche.

—Se lo merece —dijo él—. Además, ese centro comercial generará muchos puestos de trabajo, fomentará el consumo...

—Y supondrá más ingresos para el ayuntamiento por los impuestos sobre los locales —intervino Harry con sorna, acercándose a ellos —. El alcalde aprueba cualquier cosa con tal de llenar las arcas — como atraído por un imán, se volvió de inmediato hacia Astoria—. Debo decir que es usted muy hermosa, una verdadera encarnación de Venus.Hermione contuvo el deseo de darle un capón. Y pensar que a ella le había dicho «no te queda mal ese vestido»...—Vaya, gracias —murmuró Astoria divertida—. ¿Quién es este galante caballero? —le preguntó a Hermione.

—Harry Potter—se apresuró a presentarse él mismo, antes de que la joven pudiera abrir la boca. Tomó la mano de Astoria en la suya y la besó—. Encantado, señorita Greengrass.

Para Ella -DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora